w a l k o n e a r t h es el lugar donde desahogo mi conciencia y aplasto mis frustaciones. También lo hago en otros lugares, pero me pagan por ello...



miércoles, 23 de marzo de 2011

CRÓNICAS AFRICANAS. CAPITULO 10 Y ÚLTIMO: CONCLUSIONES DE UN REPORTERO.



(C)DE LAS IMAGENES ALFONS RODRÍGUEZ/PROHIBIDO SU USO/DO NOT USE.
Contemplar Juba, desde el cielo, es como observar el firmamento estrellado. El sol crea puntos de luz intensos en los tejados de zinc, que parecen astros brillando en un cielo gris oscuro. Sol y nubes. Empieza la estación de lluvias. El Cessna de MSF que me devuelve a la capital, bota violentamente entre nubes y aguaceros. Pero James Vernon, el piloto keniata, alcanza la pista de aterrizaje con la suavidad de quién masajea la espalda de un hijo.
Atrás quedan muchas cosas. Desde Chad han pasado cinco semanas pero parecen años. El calor convierte los recuerdos en lejanas sensaciones  imprecisas.
Regreso a Juba con la certeza y la duda. Todo en mi mochila. En mis fotos. En mi mente. Personas tristes, desgraciadas, impotentes unas. Otras ilusionadas, esperanzadas, aferradas al futuro. Con las armas todavía en sus manos.
África no engaña nunca, es impredecible pero no engaña. Es natural, cruda, honesta con la vida y la muerte. Ni falsea ni aparenta.
Sudán del Sur, la joven y vieja nación, es un territorio vasto –imaginen antes de la partición como era- vacío y árido. Cuando lo recorrí por tierra era imperturbable y monótono. Cuando lo hice por aire era sórdido y surrealista. Pequeñas aldeas, en ocasiones media docena de lukus –casas tradicionales- se vislumbraban entre la canícula y el polvo. En medio de la nada absoluta. No se entiende como se puede llegar a vivir en esas condiciones tan extremas. O si.
Nadie en este país ha tenido una oportunidad de verdad. O sólo un puñado entre millones de seres merecedores de una. A algunos de ellos, con sus entornos y contextos, los voy a llevar hasta ustedes. Será un ejercicio de dignidad y de toma de conciencia. Lo será para mí y espero que para todos aquellos que contemplen dichas imágenes en el futuro.
Este proyecto acaba de comenzar. El camino es largo y el mundo grande. Hará falta esfuerzo y tesón. Intentaré poner de mi parte todo lo posible. América y Asia están todavía lejos. Pero no inalcanzables.
Sólo una persona – un joven adolescente- me negó la posibilidad de tomarle una foto en Sudán del Sur. Era un retornado del norte, en Wau. A él le doy las gracias por reflejar la integridad de una nación. A los demás se las doy por representar las ganas de mostrar al mundo quien son y como viven aquellos que no tuvieron la oportunidad de algo mejor.

Mentiría si os dijera que todo ha ido bien. En un viaje así se cometen errores. Es demasiada presión y confusión –la confusão que decía Kapuscinski en su obra “Un día más con vida”-, y para entenderlo hay que venir a África. Impredecible, les escribía hace unas líneas.
El Tercer Jinete, con su caballo negro, hace tiempo que cabalga. Es  responsabilidad de todos hacer que deje de hacerlo.  De lo contrario el Apocalipsis no estará lejos. Es realismo no pesimismo.
Cómo ven, poco o nada les he hablado en mis crónicas de fotografía. Esto va más allá. La fotografía es la alegoría física de las emociones, sentimientos y sensaciones que se experimentan en un camino como el que yo he decido tomar. Deseo que todos y cada uno de ustedes tome el suyo; el que elija y decida. Sólo les pediría un pequeño favor. Un favor que nos beneficiaría a todos: no olviden que muchos no pueden elegir camino, les viene impuesto. Por ley de vida.
Volveré a toparme  con el Tercer Jinete, pero eso será en otro tiempo y en otro lugar.
Gracias por haberme seguido en la distancia.

Juba, 23 de Marzo de 2011.

1 comentario:

  1. Un genial broche para esta serie de relatos reales como la vida misma. Ya espero tu próximo viaje

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