w a l k o n e a r t h es el lugar donde desahogo mi conciencia y aplasto mis frustaciones. También lo hago en otros lugares, pero me pagan por ello...



viernes, 1 de enero de 2010

BAH!...ES TODO LO MISMO...!



(C)DE LAS IMAGENES ALFONS RODRÍGUEZ/PROHIBIDO SU USO/DO NOT USE.

Fijaos en mi instinto de cazador. Parece que no hayan pasado centenares de miles de años de evolución.
Supongo que cada uno se adapta al tiempo y al espacio como mejor le encaja con su instinto. Yo, por eso, lo manifiesto fotografiando. O al menos a esa conclusión he llegado. Aquí un ejemplo.
Estas imágenes pueden estar tomadas en cualquier lugar, por eso obviaremos el donde. Cualquier sitio es bueno (si la necesidad es acuciante) para salir a cazar. Basta con estar atento y tener paciencia. Un olfato entrenado tampoco viene mal.
Paseaba por la playa al final de la tarde, cuando las víctimas al salir de su "madriguera" se bañan de una suave luz que las adormece y las hace más vulnerables. Trucos de gato viejo. Esta vez no fue necesario mucho tiempo.
Primero fue el surfista distraído, absorto en la búsqueda de la ola ideal. Pasó corriendo a escasa distancia y ni se percató de mi presencia. Giré mi cuerpo y mi cámara con rapidez y precisión, disparé un par de veces y allí lo cacé: justo en medio del encuadre global, entre dos líneas horizontales, la del horizonte y la de la ola en la arena. Las cuatro esquinas equidistantes, las piernas abiertas en la posición perfecta del animal que corre libre por la sabana, ligero y relajado. Ninguno de sus pies toca la arena, parece estar flotando sobre un espejo satinado. Yo lo cacé y aunque sigue libre, ahora es mío para siempre. Paradójico.
Guardé mi presa y continué. Era un día de suerte. Fui un tipo con suerte.
Al poco, un gimnasta que se ejercitaba junto a una portería de futbol, ¿distraído?, ¿concentrado?, llamó mi atención. Me situé estratégicamente, esta vez monté mi teleobjetivo. Percibí que lo iba a necesitar. Comencé a buscar una perspectiva, encuadrar, componer, esperar, bla, bla, bla…ya sabéis. Y entonces, otra vez la fortuna: él solito se metió en la jaula, como en busca de un sabroso y traicionero cebo. Como suele ocurrir en estos casos, se metió pero no supo cómo salir. Empezó a saltar, a tentar la red que lo envolvía, pero nada, la trampa estaba echada y él capturado para siempre en aquella cárcel improvisada.
Ahora sigue libre, pero yo no le voy a dejar salir nunca jamás de su prisión en la playa. Es otro de mis trofeos. Sí señor.
Pero todo esto, amigos, no tiene mérito. Forma parte de nuestra naturaleza innata de cazadores-recolectores. Es un acto reflejo, sólo hay que hurgar en nuestro instinto y aflora como la espuma. Unos lo denominan pintura, otros poesía, escritura o escultura. También ciencia, amor o religión. Otros lo llamamos fotografía. Bah !…es todo lo mismo.