w a l k o n e a r t h es el lugar donde desahogo mi conciencia y aplasto mis frustaciones. También lo hago en otros lugares, pero me pagan por ello...



lunes, 16 de diciembre de 2013

GARCIA, ESPINOSA, MARGINEDAS Y FOLEY: TODO PREGUNTAS




No conozco personalmente a Marc Marginedas ni a Javier Espinosa, pero si a Ricard García Vilanova. No Hace demasiado tiempo nos emplazábamos a tomar unas cervezas un día de estos. Y así será, no tengo ninguna duda y si mucha esperanza…

Hace meses que sabía lo de Javier y Ricard, me lo dijo una amiga, periodista de raza, pero el silencio y el respeto eran lo más importante, por su seguridad y por sus familias, por eso callé. Callé como otros  compañeros que también sabían el  paradero de ambos. Ahora ya se puede hablar. Ahora, de hecho, ya se puede preguntar, por que  respuestas hay muy pocas. Y si no que alguien me las dé. Por favor.

Que este trabajo, más allá de vocaciones o de vanidades profesionales, siempre legítimas según mi opinión, sea tratado de esta demencial forma no tiene sentido. Que la lucha revolucionaria, el derecho a la información, el reconocimiento y la valoración, por ejemplo,  que deben tener el hecho de jugarse el cuello así,  den esta respuesta no tiene sentido alguno. Ya sea entendido como activismo parcial o como servicio social imparcial, este oficio es absolutamente necesario. Si no lo cuentas no existe, no ha pasado o no está pasando, ¿recuerdan?.

Claro que muchos dirán que no es un sacrificio, que vamos allí por gusto o por propia necesidad liberadora de adrenalina. Claro. Pero es que al que hace el pan caliente cada día tampoco lo obligan, puede ser mecánico si así lo elige, que tampoco lo obligarían, o puta, que en muchos caso tampoco las obligan. Joder.
Ya me estoy empezando a calentar. A indignar.

¿Qué  mierda de lucha revolucionaria se carga a quién la apoya? ¿Quién se abandera detrás de una religión para secuestrar o para matar? ¿ Por qué tenemos que seguir del lado de aquellos que nos destruyen?. Tal vez es que no estamos de su lado, por mucho que algunos compañeros se empeñen en que si, pues no se puede estar del lado de la violencia o la guerra, por muy legítima que sea y muy en nombre de la libertad que se libre. Quizá sólo consiste, nuestro trabajo digo, en ahondar en la inmundicia que somos o que nos hemos convertido, por si alguien no lo sabe todavía, liberarlo de la inocencia. Ya sean civiles, niños, mujeres y  ancianos o militares sedientos de sangre y revolución. ¿En nombre de quién se lucha cuando te cepillas a un inocente?. Así hay una excusa.

Ya lo sé. A Ricard, Javier, James y Marc – como a muchos otros- les ha tocado pringar   porque estaban allí, voluntariamente. Pero no hay que olvidar que ellos no han pedido que se les secuestre. Una cosa es ser diana intencionada y otra es un proyectil perdido. Un error. Un accidente.

Qué clamaremos al unísono como ovejas, qué respuesta tenemos que dar cuando los liberen: ¿ vamos a seguir regresando a Siria? ¿o a cualquier otro lugar similar?...me temo que sí. Vuelven para contar sus propias desgracias. Sus muertes. Unos hablaran de héroes, otros de necios. Quizá ambas cosas sean lo mismo.


Los medios de comunicación que se sirven de nuestras palabras o de nuestras fotos, que te recuerdan cuando ganas un premio, te disparan o te secuestran, se olvidan cuando trabajas duro día a día. Se olvidan de valorar tu curro o no piensan en tu  familia cuando promueven un ERE o te pagan cacahuetes por un trabajillo de tres años que te muestra en lo que se ha convertido la basura esa que llamamos raza humana. Aquella que nos abre los ojos. Ignorantes: si es lo que quieren, que mantengamos los ojos cerrados.

Por que esa es otra: las familias, ¿ o es que aquí, al hablar de familias,  tampoco se puede utilizar la palabra sacrificio?. Las familias, que yo tenga constancia, no envían a sus hijos, maridos y padres a cubrir una guerra. Y si no que se lo digan a mi madre, que lleva tres días sufriendo sólo de pensar en las familias de mis compañeros secuestrados, de pensar en cual es mi próximo destino.
No hay diferencia entre una familia siria que pierde a sus hijos en el campo de batalla y una familia española que lo pierde en el mismo sitio. A ambos hijos sólo los diferencian las armas que empuñan. Eso, y que unos no van a matar a nadie a golpes de Nikon o Canon, ni en nombre de Dios ni de la revolución.

Basta ya de llenarse la boca pidiendo salvar a quién se ha enviado a un futuro incierto. Ya saben ellos a quién me refiero. Y no me refiero a Siria cuando hablo de futuro incierto.
¿Somos los reporteros unos ilusos? ¿lo somos? ¿ somos, tal vez, imbéciles?
¿quién puede responder a esto, la sociedad, los medios…? Tal vez nosotros mismos.
¿Quiere la sociedad estar informada? ¿ Por qué se calla entonces?. Cuantas preguntas…
Ahora mismo, para concluir, la qué prefiero hacerme y la que tengo más prisa por contestar es ¿ cuando vais a volver?.

Por Alfons Rodríguez

Opinión publicada originalmente en GEA PHOTOWORDS

martes, 9 de julio de 2013

LIGEREZA...

Transmitir ligereza con una imagen no es difícil, basta con aplicar algunas reglas básicas.
Lineas horizontales o  con esa tendencia, colores claros, pocos elementos en nuestra composición, un encuadre simple y...voilà!!

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lunes, 3 de junio de 2013

UN LUNES ESPERANZADOR



(C)DE LAS IMAGENES ALFONS RODRÍGUEZ/PROHIBIDO SU USO/DO NOT USE.


Eran las 9 de la mañana de hoy lunes, 3 de junio de 2013. Todo apuntaba a que iba a ser un tostón de lunes más, o uno menos. Sin demasiadas emociones, sin vivencias singulares.

Pero no.

Hace unos días visité la exposición El Ártico se Rompe, en Barcelona. Fui de la mano de su autor, Andoni Canela –bueno, de la mano en sentido figurado, pues todavía no tenemos tal grado de confianza y además nos acompañaban cónyuges y proles y no era el caso romper con la confianza familiar, al menos así sin avisar- .

Mientras Andoni nos daba detalles de una u otra foto, se le veía emocionado e ilusionado. Esperanzado. Su mensaje estaba claro, tanto en sus palabras en aquel momento, como en sus fotografías expuestas. Un mensaje de denuncia. Un mensaje de esperanza. Bellas imágenes en concepción pero duras y crueles si pensamos en lo que el futuro puede llegar a deparar a lo que nos muestran. Bien, el futuro o mejor dicho la indeseable raza humana en términos generales.

Y así, paseando entre paneles, videos e imágenes, apareció Iñaki Relanzón – tampoco necesito decir quién es ni lo que hace, ya lo sabemos todos-, otro colega que, al igual que Andoni o algunos otros fotógrafos de naturaleza que tengo la suerte de conocer, desgastan botas en selvas, montañas, desiertos y océanos. Apasionados conservacionistas en definitva.

Seguimos recorriendo la exposición de Andoni los tres juntos. Acompañados, como decía,  por  familiares de uno y otro bando. Una bonita forma, por otro lado, de visitar una muestra fotográfica y que no suele ser habitual: los fotógrafos y sus familiares juntos…al menos eso me pareció a mi. Ya, a alguien le puede parecer cursi. Pero créanme, hay algo profundo y paradójico en ello.

Al acabar, nos hicimos fotos, bueno, Evelyn con la cámara de Iñaki, pues Andoni y un servidor  íbamos con lo puesto: iPhone. Y como muestra de amistad, en la despedida nos prometimos intercambiar nuestros últimos libros publicados. Fue Iñaki quién ofreció primero el suyo, pero no tardamos, los otros, en unirnos al acto con decidida reciprocidad.

Allí quedó la cosa.

Pero como la vida es siempre una serie de actos o decisiones encadenadas. Causas que producen unos efectos y efectos que se transforman en causas en sí mismos, los días fueron pasando hasta hoy. Un lunes sin pretensiones. Un lunes vulgar, hasta que el señor francés de la compañía de mensajería que me trae con asiduidad paquetes ha picado a la puerta de casa. Hoy el envío era el libro de Iñaki, que se ha adelantado, como ya lo hiciera el día de la visita al "Ártico" de Andoni, con su ofrecimiento. Ordesa, Las montañas de Celia, es su libro.

Abrirlo ha sido como abrir una ventana. Cada foto una bocanada de aire fresco, una emoción y un impulso esperanzador. Pero también un sentimiento de vergüenza, una bofetada en mi humanidad y una oscura sensación de miedo.
Iñaki se considera fotoperiodista. Y creo que tiene toda la razón. O no intentamos lo mismo? O no sentimos lo mismo cuando fotografiamos una especie animal en vías de extinción, un paisaje amenazado, una guerra, el rostro del hambre,  el deshielo y las caras de las víctimas o de los culpables?? Me pregunto si no es todo lo  mismo. Y me respondo que si.

El libro de Iñaki me ha removido la conciencia, me ha emocionado, me ha prevenido de que no podemos descansar. Me ha recordado que la lucha continua. Si queremos acabar bien, no hay descanso ni relajación posible. Toca joderse. Joderse por hacerle un favor al futuro del planeta y a los presentes y futuros habitantes de esta, expectante, Tierra: esa prole que os comentaba antes. Esos prójimos que nos tienen que acompañar en el avance al frente.

Nuestro camino ha de avanzar hacia un tiempo en que no se hable de la "última Celia" o de la "última Laña", por que hayan muchas. Un tiempo en que podamos prescindir de palabras como hambruna, guerra o genocidio. Y aunque soy realista, hoy es un lunes esperanzador. Voy a dejar la ventana abierta, que siga entrando aire fresco. Como el libro de Iñaki o el proyecto de Andoni, los voy a dejar abiertos, cercanos.

Ojalá, cuando mi libro les llegue  a ellos y lo abran, les aporte lo mismo que a mi. Esa mezcla de miedo y esperanza. Ambas cosas igual de necesarias, de útiles.

Hoy es un buen lunes...



jueves, 16 de mayo de 2013

GENOCIDIO ARMENIO, 100 AÑOS DE DOLOR

Os presento un teaser previo del proyecto multimedia en el que estoy trabajando ahora. Otro caso de memoria histórica vergonzoso: El Genocidio armenio, 100 años de dolor.

ARMENIAN GENOCIDE, 100 YEARS OF PAIN -TEASER from ALFONS RODRIGUEZ on Vimeo.




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martes, 16 de abril de 2013

CONFESIÓN DE UN EX-FOTÓGRAFO ANALÓGICO


Llegaba la noche cuando recibí  el email en mi iPhone. Lo leí con detenimiento e interés pero no conseguía dar  crédito al mensaje. Aquellas palabras se mantuvieron resonando en mi interior como una voz persuasoria y dogmática durante horas. Era el credo, indiscutible y tajante, de la fotografía primigenia.
Salida analógica, salida analógica, salida analógica….bum bum, bum bum, bum bum…

Una vez digerido el golpe, aquella “salida analógica” -que lógicamente no era una señora de moral distraída y apasionadas costumbres de retaguardia, como pude pensar alegremente en un principio- pensé, iba a transportarme al pasado, al origen, al inicio de aquella época pretérita casi olvidada. No digo que mejor. O si.
Tales paladines, Rafa Pérez y Manuel Aguilar,  que como quijotes – ninguno como Sancho que se me enfadan- actuales decidían salir a batallar contra molinos convertidos en gigantes y me habían arrastrado con ellos. Utilizar nuestras viejas cámara analógicas!!: película química y no poder mirar la foto al instante de captarla era un reto que no me podía perder. Necesitaba afrontarlo para sentirme fotógrafo. Para sentirme humano. Químico y analógico. Por mis güevos. Con un par.
Saldría a la calle con mi M6. La decisión estaba tomada.
Dispuesto a todo.

No me puse pañuelo en la cabeza, ni catana en la espalda. Tampoco me pinte la cara de camuflaje o me ceñí el cinturón. Pero dispuse cuerpo y mente para afrontar el desafío.
Cuerpo de cámara, objetivos, película…ya está pensé? Me falta algo, no? Claro, acostumbrado a dos bolsas pesadas llenas de cachivaches, salir con algo en la mano y ya está me dejaba desnudo frente al mundo. Sería capaz? Podría salir ahí afuera y regresar con mi objetivo cumplido? Ridículo? Miedo? Confusión? Preguntas que  dibujaban el sinuoso sendero de la duda en mi mente.

Primer problema: mi Leica era tan pequeña que apenas podía asirla entre mis manos. Tenía que entrenarme: Dispuse un programa de instrucción y adiestramiento de varios días. No fue sencillo.

Segundo problema: pilas? De botón?  Por todos los Apus!!! Tenía que conseguir esa cosa cuanto antes, para familiarizarme con su extrañeza al menos. Me costó encontrarlas en el barrio. En Casanova tenían la solución.

Tercer Problema: Cargar un rollo de película. No podía dudar ante mis compañeros y hacer el ridículo, o arriesgarme a perder la poca película de que dispondríamos liándola entre mis manos o en mi cuello en un intento de introducirla en la cámara. Pensé que utilizar unos rollos caducados desde hace siglos, que guardaba en mi estudio, para practicar sería una buena solución. Recordaba que cargar una Leica no era tarea fácil…y no lo fue. No señor.

Cuarto problema: Mirar por el visor externo si utilizaba el 21mm. Tampoco podía correr riesgos innecesarios y sacarme un ojo intentando mirar a través de aquella cosa. Decidí practicar. Compre bebida isotónica, me puse el chándal y dedique unos buenos cinco minutos a ejercitar ese movimiento y posición.
  
En el camino se nos unió otro mandarín de la fotografía analógica: el legendario Rafa Badía. Con él de nuestro lado y apoyándonos en su sabiduría y arte para estos menesteres teníamos muchas posibilidades de salir victoriosos. Expugnar lo inexpugnable es lo que rezaba en nuestro escudo de armas aquella mañana.

Había que luchar. El que lucha puede ganar, el que no lo hace lo tiene todo perdido.

Y así, entre nervios y dudas – todavía no sabía si había hecho bien en aceptar la propuesta de Rafa Pérez y de Manuel Aguilar- llegó el día de la verdad.
Arsenal utilizado en el asedio de nuestro pasado.

Restos de munición utilizada por Alfons Rodríguez


Cómo nos ganábamos la vida?
Tal fue la pregunta que me estuve haciendo durante todo el día, tras la experiencia.
Me sentí torpe. Y cuando miraba a mis colegas digitales con aquellos artilugios en la mano, sobre todo a Rafa Pérez con la Rollei, pensaba: “Dios mio, se va a hacer daño…”. Pero no. Todo salió  a pedir de boca. Sobre todo las hamburguesas que nos  metimos entre pecho y espalda en el Bacoa. Tampoco hay que olvidar las cervezas reconstituyentes que nos permitimos a lo largo de la jornada…sin ellas, no quiero ni pensarlo.
Recorrimos las calles de Barcelona, “apatrullamos” esquinas, rincones, callejones, haces de luz, turistas despistados, paseantes inocentes, todos cayeron ante nuestros certeros disparos. Digo certeros refiriéndome a que salían dentro del encuadre. De composición, luz y de momento decisivo no hemos venido a hablar aquí. Óigame usté.
Mi Velvia 100F no me defraudó. Lo recordaba inseparable en contiendas pasadas. No digo que fuera fácil meter aquello en mi M6, pero una vez dentro fluía raudo. Demasiado, joder, si me despisto hubiera disparado 200 veces aunque sólo hubieran 36 fotos disponibles.
Otro aspecto que estuvo de mi lado es que no me llevé las tapas de mis objetivos (zorro viejo que es uno), así no me olvidé quitarlas constantemente. Lo que no pude evitar es mirar la parte posterior de la cámara unas 10 o 12 veces, en busca de la “foto” una vez apretado el obturador.
Pero bueno, he de admitir que al final del día me sentía bien. Me sentía capacitado. Seguía siendo fotógrafo. De eso no había duda. Bueno, tal vez una duda pequeñita. O mediana. Tirando a  grande, vaya.

Los resultados me los dio el laboratorio de referencia en Barcelona para estos menesteres de revelar diapos: EGM. Fui a buscarlos como quién va a recoger el análisis de colesterol a  su médico de cabecera o quién va a afrontar el diagnóstico (con presupuesto) del dentista: acojonado.
Aquí tenéis lo que salió de todo aquello, en la selección de fotografías que os adjunto más abajo.
Y concluyo con una confesión: NO volveré al analógico. Yo ya no estoy para esos trotes. Soy demasiado joven para volver a la película química.














PARA CONOCER LA EXPERIENCIA DE LOS DEMÁS:
RAFA PÉREZ (proximamente)
RAFA BADÍA  (proximamente)


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miércoles, 3 de abril de 2013

HOLA PACO, CÓMO VA?



(C)DE LAS IMAGENES ALFONS RODRÍGUEZ/PROHIBIDO SU USO/DO NOT USE.


Paco, te lo voy a decir alto y claro:

Desde el preciso instante en que nos gestamos ya estamos corriendo frenéticamente hacia nuestro  supuesto final. Desde ese instante, empezamos a saltar vallas, vadear ríos, subir montañas y cruzar desiertos. Todos igual de rápidos. De confusos.

Unos se adelantan a otros, pero todos llegamos al mismo sitio, todos acabamos el itinerario que nos toca. Siempre. Paco, tú no te has ido, te has adelantado. Ya está.

Tu lucha era y es mi lucha. Así me lo escribiste un día, en una primera página. Y así lo grabé en ese camino no escrito que es el destino. Ese que nos trazamos nosotros a base de aciertos y de errores. En Casablanca nos lo contábamos, verdad?.

Allí donde nos esperes, recuerda tener la cámara apunto, la mirada atenta y los sentidos afilados como cuchillas. El instante preciso no ha llegado. Ese instante que todos los fotógrafos anhelamos no llega nunca en este lado. En el lado que tú ahora recorres seguro que si. Ahí decides tú.

Aquel Entre Miradas que observabas era lo que tú decías: La mirada de cada uno. Es la que contaba. La que cuenta. Y punto.

Paco, ahora vamos. Todos.

Pero dime una cosa: que necesitas? O lo tienes todo ahí?, en ese lado…tal vez, no sé, te podemos alcanzar una sonrisa, un haz de luz, una mirada…tú pide. Aprovecha que, como decía Machado, el último viaje es siempre ligero de equipaje y nos queda espacio en la mochila. Yo la voy a llevar vacía colega. La estupidez, la mentira, la vanidad y el egoísmo los voy a dejar todos en este lado. Allí vamos a vernos las caras a pelo.

Ah! Te lo había dicho en esta orilla,  pero recuerda que mi gratitud ya la llevas. Y cuando yo me vaya, como no creo que utilice la misma puerta que tú para cruzar (unos cruzan por el Garraf y otros pues por donde nos pille la salida) recuerda que soy el de la perilla, ja, ja….ya sabes.

Un abrazo.


PS: No me dejo nada, bueno si…un email que no me has contestado de hace unos días. Pero tranquilo ahora me lo contestas. Mirándome. A la cara.

Nos vemos, amigo.