w a l k o n e a r t h es el lugar donde desahogo mi conciencia y aplasto mis frustaciones. También lo hago en otros lugares, pero me pagan por ello...



miércoles, 28 de julio de 2010

RUMBO A LOS MARES DEL SUR...

Quisiera enviar estas palabras escritas en un papel y confinadas en una botella. Me gustaría que este mensaje os llegara flotando, empujado por las mareas. Que quitarais el tapón y leyerais. Leyerais un saludo, un esperar que estéis bien al recibo de este, un cómo va la vida, un por aquí todo bien, mejor que nunca, gracias.
Los Mares del Sur son el baúl en el que me convertiré en recuerdo, son la imagen captada por mi cámara sin el choque ético provocado por el maldito ser inhumano. Es donde iría en un supuesto sálvese quien pueda, en un abandonen el barco. Allí sería el oso en su letargo. Respiraría aire y exhalaría salitre. Así, sin más.
De poder escoger, quisiera haber sido un Stevenson con su isla y poder morir en Samoa, en Vaea. Sería estupendo escribir sobre el Pacífico Sur hasta agotar la tinta de mi cerebro, la sangre de mis venas. Si allí vuelvo para siempre, pintaré como Gauguin: sus cocoteros, su viento, su arena y sus olas, su espíritu. Navegaría en mares de papel, en mares de aguas cálidas hasta la saciedad y como dijo John Locke en su ensayo sobre el entendimiento humano, el fundamento de mi libertad sería la propia búsqueda de la felicidad.
Forastero en su ínsula efímera pero invitado de honor en mi interior. Incluso suelo soñar con lo que dijo un día Konstantinos Kavafis: pienso en que mi llegada allende es mi destino, viajar sin prisas. Y al llegar, ya viejo, ser enormemente rico pero sin dinero, de todo lo que gané en el camino.
Por aquellas tierras y aguas he probado el sabor de la muerte en forma de tormenta y mar, he bailado con el amor, me he perdido de verdad en un mundo en el que ya nadie se pierde. He sentido la Tierra crujir bajo mis pies y explotar escupiendo fuego, he peleado con Dios todopoderoso reencarnado en un isleño alucinado y he vivido con personas que no sabían lo que era un cepillo de dientes ni un teléfono móvil. Me han invadido las pulgas hasta la desesperación, he mirado de frente a un guerrero olvidado, sobre mi han saltado cetáceos gigantescos que me parecían bebés juguetones. Me he bañado desnudo en un mar infinito y he acariciado arenas negras junto a mi eterna compañera de vida. He tocado a los pétreos moais a la vez que mi hijo y nos ha empujado el mismo viento. He sostenido armas perdidas de la Segunda Guerra Mundial y he explorado túneles con barcos de guerra enteros en su interior, como gigantes dormidos, titanes fósiles. He pilotado aviones ya estrellados, abatidos y he jugado al baloncesto con hombres que son mujeres. He reído, he llorado, he vivido muy intensamente en los Mares del Sur. He brindado con Kava, la oscura bebida tradicional y he sido amigo de mis amigos. Allí conocí al siempre lejano Javier Roca Miró de Mesa ese mallorquín que amplió su isla con muchas más, miles, y pasó del recatado Mediterráneo al arrogante Pacífico. Él lo debe saber casi todo de lo que para muchos es sólo un sueño.
Sé que aquellos pedazos de tierra, robados por el Océano a los continentes, no son el paraíso. Pero es que el paraíso no existe como lugar, es sólo un estado de nuestro espíritu. Las remotas islas del Pacífico Sur son el destino final de mi viaje global. Mejor cuanto más aisladas, más pequeñas y más desiertas. Estaré loco para muchos y cuerdo para unos pocos.

Rapa Nui

Rapa Nui

Papúa Nueva Guinea

Papúa Nueva Guinea

Samoa Independiente

Samoa Independiente

Reino de Tonga

Reino de Tonga




(C)DE LAS IMAGENES ALFONS RODRÍGUEZ/PROHIBIDO SU USO/DO NOT USE.

lunes, 26 de julio de 2010

GENOCIDIO DE POL POT. PRINCIPIO DEL FIN

Hace unos días tuve la triste pero voluntaria oportunidad de vivir el rastro de dolor dejado por el genocidio de Srebrenica de 1995 y cuando uno todavía no se ha recuperado, le recuerdan, para bien, el rastro dejado por el genocidio perpetrado por los Jemeres Rojos de Pol Pot en Camboya. Aquel que comenzó en 1975 y se alargó hasta 1979.
Y digo para bien puesto que hoy, Kaing Guek Eav ha sido el primero de los cinco ex destacados cargos condenados por su implicación en las atrocidades cometidas durante el régimen de Pol Pot, que causaron la muerte de casi 2 millones de personas. El torturador y genocida ha sido condenado a 35 años de cárcel por crímenes contra la humanidad.
Hace algunos años viajé a Camboya para documentar esa estela de horror y capté algunas fotografías de las que hoy os dejo una muestra. Pisé y respiré la densa atmósfera que todavía se respira en la prisión S-21 o Tuolg Sleng (foto), una antigua escuela reconvertida, dirigida por el carnicero Kaing Guek Eav, también conocido como Duch. Entre sus muros fueron torturadas unas 16.000 personas, entre ellas unos 2.000 niños, que después fueron conducidos hasta los campos de exterminio de Choeung Ek (foto) a escasa distancia de Phnom Penh. Una oscura tarde de otoño recorrí los llamados Killing Fields, una zona anegada en la temporada de lluvias, sórdida y tenebrosa a pesar de los 35 años que han pasado desde la cruel masacre. Allí se golpeaba a los niños contra un tronco hasta causarles la muerte para ahorrar munición. Conocí a madres que todavía lloran por sus hijos asesinados (foto) y que han esperado una justicia que ha empezado a llegar 35 años después. Una vergüenza y una crueldad por parte de los gobiernos extranjeros y camboyano que no constituyeron el tribunal al cargo del caso hasta el año 2007, para así juzgar y condenar a los culpables. Casi resulta indignante que el Duch haya pedido perdón por sus crímenes y resulta indignante del todo que todavía queden por juzgar 4 culpables más de la cúpula de poder de Pol Pot. El líder y “hermano número uno”, máximo dirigente del partido Jemer Rojo murió en la jungla camboyana en 1998. No pagó por sus crímenes o al menos no como la justicia internacional hubiera dictado. Murió sin ser declarado culpable de una de las mayores atrocidades del ser humano ya que la muerte natural, como se supone que murió, no es castigo. Morir, todos hemos de morir, culpables o no. El único castigo posible para una bestia de esa magnitud, no existe todavía.
No olvidemos Srebrenica, ni Camboya, ni el Holocausto, ni a los indios americanos ni ningún otro acto de este tipo. No olvidemos, por favor.


(C)DE LAS IMAGENES ALFONS RODRÍGUEZ/PROHIBIDO SU USO/DO NOT USE.