w a l k o n e a r t h es el lugar donde desahogo mi conciencia y aplasto mis frustaciones. También lo hago en otros lugares, pero me pagan por ello...



miércoles, 22 de septiembre de 2010

AGRADECIMIENTOS POR LA PARTE QUE ME TOCA


(C)DE LAS IMAGENES Rafa Pérez - Marcelo Aurelio /PROHIBIDO SU USO/DO NOT USE.

Si, porque sólo me toca una parte. Agradezco a todo el mundo que visitara mi exposición Srebrenica, Memoria de un Genocidio, por el reencuentro que eso supone, por el reconocimiento a mi trabajo y al compromiso de los organizadores. Las demás "partes" no me pertenecen.
El resto de agradecimientos deben ir a parar a todos aquellos hombres, mujeres y niños que aparecen en las imágenes de la muestra. Por permitir que entremos en sus vidas, por enseñarnos su dolor, por sufrir innecesariamente, por ser los mártires de la desidia humana y por su humildad  aún sabiéndose icono, símbolo y por desgracia arma de los políticos de medio mundo. Agradezcamos a ellos, que a su costa podamos reaccionar y prevenir que aquello NO vuelva a pasar.

Que mi nombre y mi trabajo se haya leído estos días en los prinicpales diarios del país, en radios, televisiones y portales de Internet, que se haya comentado la exposición en docenas de blogs y redes sociales, sólo engorda maliciosamente mi vanidad, pero alimenta poco mi espíritu. Ójala que se hablara mucho de aquellos hechos y que, al menos, sirviera para ayudar a desminar el territorio y recuperar las víctimas que todavía permanecen ocultas en fosas comunes, en medio de ninguna parte.

Gracias, de todo corazón, por la parte que me toca. Ahora toca agradecerles a los que se quedaron allí, vivos o muertos, para que su sacrificio obligado no fuera en vano.

Abrazos a Rafa y a Marcelo, que tan bien han ilustrado este post.

lunes, 20 de septiembre de 2010

SINCERIDAD, ORGULLO Y CAUCIÓN


AUTOR DAVID R. PAHISSA

Hoy aparece una entrevista en El Periódico de Catalunya, realizada por la periodista Carme Escales, referida a mi profesión y a la inminente exposición que inauguro esta tarde.
Hasta aquí todo bien: se difunde tu trabajo, se denuncia una situación o unos hechos, que para eso curro, y se alimenta un poco más el ego y la vanidad profesional. Aunque estas entrevistas engordan pero no alimentan. Lo digo por experiencia (nótese aquí la sinceridad).
La conversación-entrevista que mantuve con la rigurosa Carme Escales (me gustó su forcejeo y su escepticismo para con la profesión de fotoperiodista, pues está fundado, sin duda), fue de lo más lucrativa espiritualmente hablando, aunque hoy voy a teclear sobre otra cosa.
Hablo del retrato que ilustra la entrevista (el mismo de este post): ¿alguien se ha fijado en quién firma la fotografía?. Efectivamente, muchos ya sabréis que ese tal David Rodríguez Pahissa es mi hijo, de 11 tacos de calendario en su haber (nótese aquí el orgullo). Esa foto la tomó con una de mis cámaras (acostumbro a dejárselas) en una vieja trinchera yanqui, huella de la guerra, que visitamos juntos en Vietnam.
Una fotografía que tal vez vean, o sólo miren, cientos de miles de personas en toda Catalunya hoy (si tenemos en cuenta el número de lectores de este diario) y que suponga uno de esos pasos que los padres damos, conscientes o no, a favor del futuro de nuestros hijos. Esos padres que muchas veces la cagamos y otras acertamos (aquí orgullo y sinceridad).
Pues, como iba tecleando, esa foto es el reflejo de lo que a mí me gustaría que mi hijo hiciera en la vida: fotoperiodista. Y mejor de lo que yo pudiera ni siquiera imaginar. Pero claro por encima de este deseo hay otras muchas cosas. Y más importantes (aquí comienza la caución).
Puede ser egoísmo el hecho de que un padre desee que su hijo se convierta en lo mismo que él fue. También puede ser la propia naturaleza humana y su instinto de perpetuar, evolucionar y mejorar. Pero nada de esto justifica algo que yo nunca haría: insistir en el futuro de David. Intentar que sea lo mejor posible si, pero sin pautas obligadas. Eso no.
A veces siento lo mismo cuando doy clases en talleres o en escuelas de fotografía, universidades, etc. ¿estoy seguro de lo que hago?. ¿Es honesto por mi parte transmitir el germen del fotoperiodismo a los jóvenes?. ¿Es bueno que los ilusione en una profesión confusa, precaria y con un continuo choque ético en la conciencia?. ¿Contemplar las desgracias ajenas, explicarlas y que luego te paguen por ello es moralmente aconsejable?.
Lo mejor es ser cauto. Y decir las verdades. Si mi hijo quiere hacer lo mismo que yo en la vida, que lo haga, pero que no diga que no le avisé. A él y a otros muchos.
En su caso, todavía no ha llegado el momento de la decisión, pero llegará. Y ahí estaré yo, haciéndolo lo mejor que pueda, echando un cable y aclarando unas cuantas cosillas: haz lo que creas y cree en lo que hagas. Lo mismo le diría a los que alguna vez confían en que algo bueno saldrá de compartir mi experiencia en algún taller o en alguna clase.
Hoy, he sido sincero con todo el que lea estas cuatro letras, me siento orgulloso del autor del retrato (no por la foto solamente) y he decidido que voy a ser cauto con el futuro de los demás. En mi caso la decisión ya está tomada y no hay vuelta atrás.