w a l k o n e a r t h es el lugar donde desahogo mi conciencia y aplasto mis frustaciones. También lo hago en otros lugares, pero me pagan por ello...



sábado, 5 de septiembre de 2009

RD CONGO EN LA MEMORIA.













(C) by alfons rodríguez.

En ocasiones me siento frustrado. Estuve cubriendo la terrible crisis humanitaria que asola la RD del Congo, me empapé de aquel sufrimiento junto al periodista que me acompañó, J.M. Pujals. Regresé a mi país, publiqué las imágenes en prestigiosos medios de comunicación, realicé exitosas exposiciones, di charlas, participé en coloquios televisivos, me hicieron entrevistas de radio y televisión en importantes cadenas, edité un libro... y ¿qué?. La gente que atendió mi llamada, aquellos que se interesaron por el sufrimiento ajeno de los inocentes quedaron atrás. Yo regresé a la comodidad y protección de mi hogar y de los míos. Y lo más triste, atrás quedaron todos aquellos a los que conocí y fotografié, todos aquellos a los que Pujals les puso nombre y apellidos en los artículos que escribió. Ahora parece que ya no sufren, que ya no existen, parece que no estuvimos allí. Que no pasó lo que pasó.
En ocasiones me siento frustrado. Porque parece que lo que hago, yo y mis colegas de profesión, no sirve de nada. Tanta lucha para nada. Tanto combate inútil. Esa es la clave: todas las luchas, todos los combates, absolutamente todas y cada una de las guerras habidas y por haber son del todo inútiles. Espero que algún día todos nos demos cuenta de esta obviedad, antes de que nos matemos a tiros.
Un recuerdo frustrado para los que quedaron en las lejanas y olvidadas tierras del Nyragongo.

alfons.

jueves, 3 de septiembre de 2009


No hay luz al final del túnel
Seguro que lo a continuación expuesto, todos o casi todos los profesionales independientes del fotoperiodismo os lo habéis planteado ya.
¿Qué está pasando con la reducción de tarifas impuesta por los medios de prensa gráfica?, ¿es a causa de la crisis omnipresente? , ¿tal vez un aprovechamiento de la coyuntura poco o nada justificado?. Supongo que habrá de todo en el corral.
El hecho es que los que tan apasionada y espiritualmente nos dedicamos a esto, y no descubro nada, “pringamos” por todas partes: menos dinero, más trabajo y, si cabe, menos reconocimiento. Voy a intentar dar mi opinión y explicar esas tres apreciaciones.
MENOS DINERO. Claro, como no hay publicidad, se venden menos ejemplares y los costes de producción son los mismos mejor pagarle menos al colaborador y así compensamos pérdidas. El colaborador es un extraño ser que logra subsistir sin hipoteca, sin alimentarse y sus hijos nacen enseñados, no requieren asistir al colegio bajo ningún concepto. ¿Para qué quiere el dinero el reportero independiente? Si trabaja de esto es por qué le gusta, él lo ha escogido. Encima se pega unos viajes enriquecedores de padre y señor mío, que muchos quisieran…!, vive unas experiencias alucinantes de las que alimentar a su familia y a sí mismo. Que no se queje. Eso sí sus fotos y textos deben llenar las páginas de las revistas y los diarios, para que los medios puedan ofrecer algo al lector. Ofrecerle algo y que page por ello, lo mismo o más que antes. A la vez ofrecerle un espacio al anunciante (a precios desorbitados) para que le venda cosas al lector (a veces ese lector, paradójicamente, es colaborador de esa revista o diario). Qué lío.
Y el freelance, campechano y simpático, acepta sin rechistar. Si no le compran el reportaje a otro: una presa más fácil, con más gastos fijos, más atado de pies y manos a la puerta del banco. Además, los integrantes de cualquier redacción son gente sana que entienden nuestros problemas, que los comparten, que no quisieran que fuera de este modo. Ellos sólo hacen de mensajeros y con ellos no vamos a luchar, ellos no deciden. Y esto lo saben los que deciden y lo utilizan.
Los que deciden y actúan son los del piso de arriba, los que piensan en números y no en letras o imágenes. Los que no dan la cara. Hay que vender y no importa que se le da al lector y menos aún que se le da al autor.
MÁS TRABAJO. Estoy empezando a tener cara de TIFF y mis células se están transformando en pixeles. Mi dedo índice derecho “clica” sobre todo lo que toca y mi familia está empezando a conocerme por el tipo ese que siempre está en el estudio, delante del ordenador y mirando fotos compulsivamente (no es verdad, he sacado tiempo para quejarme en este blog). Tengo que trabajar más ya que por el mismo trabajo me pagan menos y he de compensar, y encima todo lo que necesitamos para vivir es más caro cada día que pasa, digo yo. En ocasiones me sorprendo angustiado y decido trabajar mejor aunque sea por menos dinero, es la forma de escapar hacia adelante y que no se olviden de ti en las redacciones. Hay una legión de nuevos llegados, algunos buenos y otros unos chapuzas, que regalan su trabajo y su futuro y eso es un bombón para los del piso de arriba, ¿se acuerdan de ellos?. Además la era digital ha traído cosas buenas pero también malas, como por ejemplo la dedicación infinita a la fase de postproducción de la imagen, la que viene después de apretar el botón del obturador. Y eso no se cobra, amigos.

MENOS RECONOCIMIENTO. Como cobramos menos es que seremos menos buenos. Claro, no nos valoramos y con razón. Además aquel que ahora empieza cobra mucho menos, ¿por qué el que lleva veinte años ha de cobrar más?. No está justificado. Ja.
Tan solo somos reporteros independientes, no somos mediáticos ni aunque nos revienten un pie en Afganistán o nos secuestren en el Kurdistán. Que un reportaje tuyo lo contemplen 100.000 personas o diez veces más no cuenta. Que las páginas que abarca tú reportaje estén valoradas en publicidad en un montón de miles de euros no cuenta, que te hayas jugado el físico o que hayas estado tres semanas sin ver a tus hijos no cuenta. Cómo lo has escogido tú…
Porque claro, el director financiero de un diario, o el director de marqueting de una revista, o el piloto aéreo o el jugador de fútbol profesional o el escritor de best sellers (con todo el respeto y reconocimiento) no han escogido como quieren ganarse la vida, se lo han impuesto y por eso es normal que se levanten esa pasta y que se les reconozca tan efusivamente.
Yo, amigos míos, no pido reconocimiento social ni ruedas de prensa si no hacen falta, sólo que nuestro trabajo sea considerado como debe. Que se valore más, no mucho más. Que se cobre de forma puntual, que al que hace las cosas bien se le tenga en cuenta. Que el que sea parte de la solución pase por delante del que forme parte del problema. Que lo hemos escogido nosotros es una evidencia, como todas las demás profesiones en cierta medida, pero que eso no quite valor a nuestra labor. Que para eso se llenan las revistas e Internet de fotos y artículos, para eso se venden, para eso hacemos soñar en destinos remotos, en paraísos. Para eso informamos y denunciamos las vulneraciones de los derechos de los débiles y sobre todo y humildemente nos erigimos en altavoces de los que no tienen fuerza ni para gritar. Para eso intentamos que los culpables no resulten impunes. Para eso somos un servicio más.
No parece que haya luz al final del túnel, pero eso no significa que tengamos que abandonar, sólo que hemos de avanzar en la penumbra y acostumbrarnos a ella. El poder de la imagen sigue siendo muy fuerte y nuestro momento volverá. Es cuestión de resistencia, esto, queridos amigos, lleva a la victoria. Haced las cosas bien, mejor que nunca y defended lo que hacéis. Combatid para que os valoren como os merecéis.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

La grandeza de Rapa Nui












Había soñado mil veces con pisar la Isla de Pascua o, mejor, Rapa Nui. Ahora sueño con el momento en que la pisé.
Su escasa geografía es un regalo. Cabezas de piedra forjada con el fuego de las entrañas del planeta, talladas a mano, labradas con la fuerza del orgullo de los clanes que habitaban la isla. Hoy casi todos los moais yacen boca bajo con la faz sobre la lava que los vio nacer. Cráteres perfectos para a través de sus aguas oscuras bucear hasta el núcleo de la Tierra y traer de vuelta a los dioses ocultos. Acantilados abruptos, lamidos por las olas violentas del Pacífico. Praderas que se mecen al ritmo que marcan los vientos que azotan la isla más aislada del planeta. Un caballo veloz que cruza el camino y agita la brisa que huele y sabe a mar, a océano...
Error sería limitarse a los moais y a los petroglifos, acierto ensimismarse sentado sobre una piedra con el gran azul al frente y el estruendo de las olas trabajando en la forma de la isla, como sonido de fondo. Esa sensación de letargo que tienen los Mares del Sur es el gran tesoro de Rapa Nui aunque eso, amigos, es sólo una percepción particular que tal vez cueste de entender y que recuerdo vívidamente de otros lugares similares...el reino de Tonga, las islas Samoanas, Papúa Nueva Guinea, Nueva Irlanda y Nueva Bretaña en la remota Melanesia. Incluso en las olvidadas Islas Orcadas o en la inmensa Groenlandia...
Pero, disculpad, ya os acostumbraréis a mis cambios de tercio, cuando hablo o pienso en viajes no tengo horizonte ni meta y suelo ir de un sitio a otro sin un rumbo determinado. Como veis acabo de pasar del trópico al ártico, pasando por Europa en dos líneas. Cosas del ansia, supongo.
Rapa Nui hizo que Yolanda, David y aquí el que os escribe vivieran momentos especiales. Momentos que nos unieron todavía más, si es que eso es posible.
Concluiré añadiendo una recomendación y un aviso: Respetad la identidad Rapa Nui, no queda mucho de ella y recordad que allí los precios son casi como en la Quinta Avenida neoyorquina. Cosas de la globalización.
















Hola a todas y a todos !


Muy pronto compartiré con vosotros momentos y experiencias vividos en mis más de 20 años de recorrer el planeta.
Os daré mi humilde punto de vista sobre los acontecimientos que mueven al mundo y sus consecuencias y lo más importante: espero vuestra reacción y comentarios, sin ellos este blog y su concepto no tendrían sentido.
Hasta pronto...