(C)DE LAS IMAGENES ALFONS RODRÍGUEZ/PROHIBIDO SU USO/DO NOT USE.
Eran
las 9 de la mañana de hoy lunes, 3 de junio de 2013. Todo apuntaba a que iba a
ser un tostón de lunes más, o uno menos. Sin demasiadas emociones, sin
vivencias singulares.
Pero
no.
Hace
unos días visité la exposición El Ártico
se Rompe, en Barcelona. Fui de la mano de su autor, Andoni Canela –bueno,
de la mano en sentido figurado, pues todavía no tenemos tal grado de confianza
y además nos acompañaban cónyuges y proles y no era el caso romper con la
confianza familiar, al menos así sin avisar- .
Mientras
Andoni nos daba detalles de una u otra foto, se le veía emocionado e
ilusionado. Esperanzado. Su mensaje estaba claro, tanto en sus palabras en
aquel momento, como en sus fotografías expuestas. Un mensaje de denuncia. Un
mensaje de esperanza. Bellas imágenes en concepción pero duras y crueles si
pensamos en lo que el futuro puede llegar a deparar a lo que nos muestran.
Bien, el futuro o mejor dicho la indeseable raza humana en términos generales.
Y
así, paseando entre paneles, videos e imágenes, apareció Iñaki Relanzón –
tampoco necesito decir quién es ni lo que hace, ya lo sabemos todos-, otro
colega que, al igual que Andoni o algunos otros fotógrafos de
naturaleza que tengo la suerte de conocer, desgastan botas en selvas, montañas,
desiertos y océanos. Apasionados conservacionistas en definitva.
Seguimos recorriendo la exposición de Andoni los tres juntos. Acompañados, como decía, por familiares de uno y otro bando. Una bonita
forma, por otro lado, de visitar una muestra fotográfica y que no suele ser
habitual: los fotógrafos y sus familiares juntos…al menos eso me pareció a mi.
Ya, a alguien le puede parecer cursi. Pero créanme, hay algo profundo y
paradójico en ello.
Al
acabar, nos hicimos fotos, bueno, Evelyn con la cámara de Iñaki, pues Andoni y
un servidor íbamos con lo puesto:
iPhone. Y como muestra de amistad, en la despedida nos prometimos intercambiar
nuestros últimos libros publicados. Fue Iñaki quién ofreció primero el suyo,
pero no tardamos, los otros, en unirnos al acto con decidida reciprocidad.
Allí
quedó la cosa.
Pero
como la vida es siempre una serie de actos o decisiones encadenadas. Causas que
producen unos efectos y efectos que se transforman en causas en sí mismos, los
días fueron pasando hasta hoy. Un lunes sin pretensiones. Un lunes vulgar, hasta que el señor francés de la compañía de mensajería que me
trae con asiduidad paquetes ha picado a la puerta de casa. Hoy el envío era el
libro de Iñaki, que se ha adelantado, como ya lo hiciera el día de la visita al "Ártico" de Andoni, con su ofrecimiento. Ordesa,
Las montañas de Celia, es su libro.
Abrirlo ha sido como abrir una ventana. Cada foto una bocanada de aire fresco,
una emoción y un impulso esperanzador. Pero también un sentimiento de
vergüenza, una bofetada en mi humanidad y una oscura sensación de miedo.
Iñaki
se considera fotoperiodista. Y creo que tiene toda la razón. O no intentamos lo
mismo? O no sentimos lo mismo cuando fotografiamos una especie animal en vías
de extinción, un paisaje amenazado, una guerra, el rostro del hambre, el deshielo y las caras de las víctimas o de los culpables?? Me
pregunto si no es todo lo mismo. Y me respondo que si.
El
libro de Iñaki me ha removido la conciencia, me ha emocionado, me ha prevenido de que no podemos descansar. Me ha recordado que la lucha continua. Si queremos acabar bien, no
hay descanso ni relajación posible. Toca joderse. Joderse por hacerle un favor
al futuro del planeta y a los presentes y futuros habitantes de esta, expectante, Tierra: esa prole
que os comentaba antes. Esos prójimos que nos tienen que acompañar en el avance
al frente.
Nuestro
camino ha de avanzar hacia un tiempo en que no se hable de la "última Celia" o de
la "última Laña", por que hayan muchas. Un tiempo en que podamos prescindir de palabras como hambruna,
guerra o genocidio. Y aunque soy realista, hoy es un lunes esperanzador. Voy a
dejar la ventana abierta, que siga entrando aire fresco. Como el libro de Iñaki
o el proyecto de Andoni, los voy a dejar abiertos, cercanos.
Ojalá, cuando mi libro les llegue a ellos y lo abran, les aporte lo mismo que a mi. Esa mezcla de miedo y esperanza. Ambas cosas igual de necesarias, de útiles.
Hoy es un buen lunes...