w a l k o n e a r t h es el lugar donde desahogo mi conciencia y aplasto mis frustaciones. También lo hago en otros lugares, pero me pagan por ello...



martes, 20 de marzo de 2012

CRÓNICAS FILIPINAS IV: Nuestro peor enemigo, nosotros mismos.

 Un soldado de élite de la Armada Filipina, controla las entradas a Kidapawan.
© Foto Alfons Rodríguez.

 Una madre y su bebe en el Hospital de German Doctors en el barangay de Buda.

(C)DE LAS IMAGENES ALFONS RODRÍGUEZ/PROHIBIDO SU USO/DO NOT USE.


Al cruzar el Delta Bridge se deja atrás Cotabato City y se entra en la ARMM (Autonomous Region in Muslim Mindanao), pero nada diferencia a simple vista un lado y otro del puente, que salta sobre el Rio Grande y hermana con recelo ambas regiones, antaño bañadas en sangre y fuego.
“Peace not War”, declara un letrero anclado en la cuneta de la carretera. Este es otro de los conflictos olvidados que salpican nuestro mundo y que ya cuenta con 44 años desde su maldito nacimiento. Si se le puede llamar suerte, diríamos que la suerte es que ya llevan varios años de alto el fuego y las conversaciones de paz, aunque algo lentas, avanzan. Que, por conformarnos, diríamos que no es poco.

La palabra más peligrosa es guerra”, reza en otro letrero de carretera. Y si no es así que se lo digan a las familias que hace unos días tuvieron que abandonar sus hogares en Upper Lombo. Les entrevisto bajo un mango, a la sombra de su denso ramaje y de la timidez y el miedo de su “capitana”-así se llama aquí a la líder del grupo- una mujer de aspecto fuerte y con recelo en la mirada.
Me cuentan que no hay alternativa.  Cuando el pánico se apodera de uno se apodera también de su destino y te lo marca de una forma siniestra. El miedo es el dictador en el régimen de los pobres, de los débiles. Tropas de élite del ejército nacional, me cuentan, entraron en su aldea y los hicieron formar. Apresaron a uno de los hombres, lo metieron en una de las casas y le dispararon a bocajarro. Se llamaba Ramón Batoy y se le acusó, antes de la ejecución, de rebeldía contra su país. Aquí te pillo, aquí te mato.
Tenía cinco hijos y esperaba otro. Su familia ha sido transferida y nadie sabe donde se hallan en la actualidad. El hermano se halla en prisión, acusado de ser uno de los comandantes del NPA (New People’s Army), aquí conocido como “El Ejército de los pobres” o “ Los guardianes de los pobres”. Cuentan que su lucha defiende los derechos de los más desfavorecidos. Y si el rio suena, agua lleva.
Pero el conflicto en la región viene de lejos. Todavía muchos creen que su origen está en la cesión ilegal de tierras que hicieron españoles a estadounidenses en el Tratado de Paris, en el año 1898. Tierras  que después se anexionó el estado filipino sin preguntar a los líderes tribales de Mindanao, enviando colonos con títulos de propiedad sobre la tierra que los habitantes de la isla rechazaron.
En 1968 una terrible masacre de musulmanes, trajo la reacción definitiva de los seguidores del Islam, no sólo de la isla sino de otros países árabes del mundo. Otra matanza posterior hizo que el ahora depuesto y muerto dictador libio Muammar el   Ghadafi tomara cartas en la sangrienta partida que se jugaba en Mindanao.
El libio y otros países islámicos apoyaron la formación de  un ejército musulmán denominado MNLF del que se escindió una facción llamada MILF (Moro Islamic Liberation Front) que siguió luchando tras los acuerdos de paz firmados en el 1996 por el MNLF. Aunque en la actualidad existe un alto el fuego frágil que parece avanzar con cautela por ambas partes.
El conflicto es más complejo y con otros actores en el escenario pero no les voy a aburrir aquí con más historias sobre la Historia. Hoy día, Cotabato City sigue asediada con atentados, raptos y hostigamientos por parte de grupos violentos que perpetraron más de 150 acciones en la ciudad el pasado año y llevan 25 en lo que va de este. Poca gente circula por las avenidas principales a primera y última hora, que es cuando parecen ocurrir la mayoría de ataques.
Este y otros motivos, de los que he hablado en anteriores crónicas (azote de la naturaleza, repartición de tierras, precios de los alimentos básicos…) son las razones por las que familias como la de Edinia Manlanggoy apenas tiene que echarse a la boca cada día. Poseen una linterna, me explica, que utilizaban para cazar ranas por la noche, su única fuente de proteínas. Pero se acabaron las pilas. Suena a chiste. A broma macabra. Unas pilas que dan de comer. Una débil luz que alimenta. Se apaga la luz y se enciende el hambre.
Edinia ha caminado 6 horas con su hijo a cuestas para llegar al hospital de Buda en el distrito de Marilog. Su bebe, de un año y medio, está severamente desnutrida y mira con miedo. La pequeña Jeffrel luce una especie de amuleto en el cuello. En su interior un pedazo de su cordón umbilical que se supone debía protegerla de la enfermedad y de un destino nefasto. Ahora el amuleto es una bolsita de preparado proteínico que le suministran en el centro hospitalario. Creencias las justas.
Salgo del hospital totalmente derrotado. Lo admito. Un niño con una malformación en la boca tiene hambre pero no puede succionar del pecho de su madre. Le cuesta alimentarse y llora sin parar. Fotografío su ansiedad pero me dejo allí su llanto estridente. No lo filmo para no tener que volver a oírlo.
Otra de arena.
Nuestro peor enemigo somos nosotros mismos”, reza en un nuevo letrero de carretera. Tras su lectura, me pregunto  por la razón de nuestra inconsciencia. Si lo sabemos, cuál es el motivo que tenemos para no solucionarlo. ¿Si podemos hacer algo, quién o qué nos impide hacerlo?. Somos nuestro más despiadado enemigo y  lo peor y paradójico es que nos tenemos bien identificados. Sabemos donde vivimos y que recorrido hacemos cada día al trabajo. Conocemos bien nuestras costumbres y hábitos. Nos podemos auto emboscar y detener, leyéndonos nuestros patéticos derechos. Y si somos culpables, que lo somos, ejecutarnos de una puta vez y acabar con todo este circo. Con toda esta pantomima barata en que nos hemos convertido.