Hay momentos en que ser invisible, aún con la cámara en la mano y mirando descaradamente, es la clave del éxito de una fotografía. Cuando tus “presas” son cazadas y ni siquiera se dan cuenta de ello. Es cuando ese “instante” mil veces referido en el hecho fotográfico adquiere toda su dimensión, su sentido más claro y conciso. La invisibilidad no es fácil y no sólo se trata de que tú como fotógrafo seas invisible, si no que tu presa mire (o no) y no te vea.
En mi caso, no dispongo ni de pócima mágica ni de capa incorpórea o impalpable con la que cubrirme. Utilizo el viejo truco de la actitud, los movimientos, la presencia desapercibida, la rapidez y la discreción cuando “cazo” una de estas.
Al final, como todo en este mundo, se aprende con la experiencia. Tampoco es que siempre se salga victorioso. En ocasiones acabas como un elefante en una cacharrería… pero de esas no os voy a enseñar ninguna. Son casi todas, pero no lo contéis a nadie que luego se cae el mito. JA!
Os dejo unos ejemplos de algunas imágenes tomadas en Japón hace algunos años. Gracias.
(c) by alfons rodríguez.