w a l k o n e a r t h es el lugar donde desahogo mi conciencia y aplasto mis frustaciones. También lo hago en otros lugares, pero me pagan por ello...



lunes, 28 de febrero de 2011

CRÓNICAS AFRICANAS. CAPÍTULO 4: ¡ALTO A LA GUARDIA CIVIL!


Es un domingo cualquiera aquí en Yamena.
Por no estar abierto, no está abierto ni el VIP Room, en la Avenida Charles de Gaulle. Un garito cercano a mi hotel donde algunos expatriados van a hacer amigas. Amistades de aquellas que duran lo que dura dura. Aquel tipo de garitos a los que soy tremendamente alérgico. Yo, que no soy alérgico a casi nada más.
Cuando cae la tarde salgo a dar un paseo a la fresca. El termómetro de la cercana gasolinera a mi alojamiento sólo marca 37º. Son las 17.06 P.M. El aire es caliente y los ojos y la boca se  secan a los pocos minutos de estar en la calle.
Camino por las anchas y tranquilas avenidas del centro, hasta la vastísima Plaza de la Nación. En el trayecto, un cartel del Presidente de la República, el señor Idriss Deby Itno, saluda a todo dios que pasa por allí.
La Plaza de la Nación es del tipo Plaza Roja de Moscú o Plaza Tian An Men de Beijing. Es decir de aquellas que no ves los extremos. Burro grande, ande o no ande.
Los monumentos, a saber: Un soldado y una soldada bajo una gran uve de la victoria. Una esfera del mundo con África en el lado bueno. Y por último, un gigantesco arco del triunfo sobre una enorme escultura metálica, que representa un hombre semidesnudo rompiendo los grilletes que le oprimían. O eso deduzco. Todo ello adornado con farolas modelo “barbie” y fuentes que no funcionan aunque sea domingo por la tarde y la gente vaya a pasear y a tomar “la fresca” al lugar. Pero bueno, hay que aclarar que todavía están en obras. Lo que no sé es cuanto llevan así.
Que eso si que lo tiene este presidente, el señor Deby. Ha plantado jardines. Y los riega. Ha construido plazas. Y las adorna. Ha asfaltado calles. Y las barre. Ha extraído petróleo. Y trinca la pasta.
En esas que estoy paseando por la plaza, con matrimonios, niños, jóvenes, abueletes en los bancos, soldados con AK-47  –vamos lo normal que sale a pasear un domingo a la tarde-, cuando cerca del arco del triunfo “hipermegasuperguay”, me aborda un tipo de color blanco. Me pregunta si le puedo hacer una foto en el monumento que yo llamo de la liberación. Recuerdan, ¿verdad?.
Pues eso, un tipo con gafas de sol, camisa a cuadros y pantalón caqui, que yo ya tenía clichado, pues lo había visto bajarse de un todo terreno blanco marca UN. Se me acerca y me pregunta si le puedo hacer una foto, eso si en inglés. Yo por aquello del instinto le respondo, “Si claro, como no” en perfecto español, como pueden observar. Y no me equivoco. El tipo añade: “hombre!, eres español!”.
Total que le hago tres fotos. De las buenas, con su compacta, a contraluz, pero corrigiendo la medición. Vamos que el tío todavía se pregunta como narices lo hice.
Si a mi siempre me queda “to negro”,  debe estar cavilando el amigo. Ya te digo.
No tardamos en entablar conversación. Es lógico, dos pingüinos en medio del desierto, van a querer hablar. Aunque sea por curiosidad.
Me cuenta que trabaja en las Naciones Unidas, yo asiento sorprendido. Por aquello de la educación. Que es de seguridad y que lleva 3 años aquí, llevando el tema de secuestros, ataques y violaciones. Pero que ya se va. Que es de la Guardia Civil. Alto! Pienso yo.
En poco más de un mes nuevo destino: Liberia.
Me asegura que esto está tranquilo.  En febrero del 2008, en este mismo lugar que ahora la gente se hace fotos, antes se mataban a tiro limpio. Que la gente lleva dos años viviendo en paz y que no hay ganas de guerra. Por eso hoy, aunque se vayan a publicar los resultados del recuento de votos de las elecciones en el país, salga lo que salga, todo va a ser calma chicha. Lo de Haití si que fue jodido, asegura. Allí nos dábamos de ostias con los mayores hijos de puta del planeta. De los que mataban bebes. Porque con su sangre untada en el  cuerpo, las balas de las Naciones Unidas y de los cuerpos de elite de Brasil no les podían matar. Qué miedo.
Suerte en el Oeste y en Sudán. Suerte en Liberia, nos deseamos mutuamente.
Y nada, allí que se va el guardia civil, con su compacta y sus gafas de sol de “bodyguard”, hacia su potente e impoluto 4x4  blanco, marca UN.
Y yo, que  vuelvo al hotel andando. Con la boca reseca. Que quieren, lo de fotoperiodista freelance no da para más.
Nunca le había hecho una foto a un agente de la Benemérita. Ni imaginármelo vaya. Pero lo que ya es inimaginable es que se la fuera a hacer bajo un tipo medio desnudo de 15 o 20 metros de altura, a casi 40º y en la patriótica Plaza de la Nación de Yamena.
Si mi abuelo, el republicano, levantara la cabeza.

2 comentarios:

  1. Entrada irónica, divertida y con un estilo que ya te caracteriza..Está bien relajar un poco, bajar tensión, aunque sea en un solo post, a la hora de afrontar temas tan duros como la realidad cotidiana del Tchad. Ánimo, compañero!
    Un abrazo.

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  2. Un abrazo colega!!! ahi vamos tirando de la manta!!!
    En tantas semanas, habrá dias para todo, verdad??

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