Aldea de Matar, Guera. TChad. Mujeres termitiers abriendo hormigueros para llevarse el grano de recogido por los insectos.
(C)DE LAS IMAGENES ALFONS RODRÍGUEZ/PROHIBIDO SU USO/DO NOT USE.
Salimos de Yamena ni tarde ni temprano. La hora era de aquellas en que todavía puedes respirar, pero, eso si, de aquellas en las que ya se puede freír un huevo sobre los tejados de zinc. O un gato si hubiera. Que esto es África y aquí no hay mascotas.
500 CFA es lo que cuesta que el mozo te levante la barrera –la levanta coche por coche manualmente – del peaje que hay a la salida de la ciudad. Una operación que se repite, más o menos, cada 100 Km. Tras unas cuantas docenas de vacas, cabras y algún perro con mala leche – en África no hay mascotas, recuerden-, se nos cruza un burro con los cascabeles bien puestos, el tío. A su ritmo, sin prisas. Ya pararán. Alguien en nuestro Land Cruiser, agudo y cachondo, afirma: “mira, el ministro de transportes!”. Preferiría que no insultaras al bicho, respondo. Se que es burro. Pero de ahí a compararlo con un ministro.
La movida sigue por esos derroteros. Alguien añade: “sabéis la historia del atropello de la cabra?”. No. Pues resulta que –dicen que es cierto, no sé si es más leyenda rural que otra cosa-, un tipo atropelló una cabra en Chad y la mandó a mejor vida. El propietario reclamó al conductor que le pagara la bestia pero este se opuso. Al poco, allí estaban los tres: conductor asesino-acojonado, pastor despechado y la cabra de cuerpo presente y sin amortajar por las prisas. Vamos, esperando la barbacoa. Al poner en manos de la autoridad incompetente el caso, este resolvió, ante la perplejidad de todos los concurrentes – menos de la cabra – lo siguiente: Señor conductor, por favor, su permiso de circulación. Aquí tiene usted. Correcto. Bien, señor cabrero, por favor, el permiso de circulación de su cabra. Cómo? Qué no tiene? Y qué hacía su cabra en una carretera, sin permiso de circulación?. Caso resuelto. Aquí nadie tiene que pagar nada a nadie y la cabra me la como yo. Para compensar las molestias.
Paramos a ingerir algo y el chofer nos recomienda un sitio donde la carne de cordero la hacen que ni en Aranda del Duero. Resulta que el garito es de los que no se olvidan. Moscas, pan tostado al sol y vísceras de cordero a la chapa de zinc. Más moscas. Me alimento y sin rechistar, qué aquí el horno no está para bollos y menos para gratinar una lasaña. La salsa picante lo mata todo me digo. Pero picaba demasiado, casi me mata a mi también. Nunca pensé que una americana caliente me iba a salvar el gaznate. Me refiero a una Coca-Cola temperatura Chad (pervertidos lectores…). Me lavo las manos con agua corrosiva de un bidón de petróleo. Que contuvo petróleo. Seguimos.
Aquí, en la carretera, reina la ley LOPEZ (Ley de Orden de Paso por Envergadura – apéndice Z). O sea, que pasa primero el más grande, por cojones. Por eso los camiones sobrecargados nos los ponen por corbata cada pocos kilómetros. Franqueamos un pueblo y unas montañas que se llaman Abtouyour. No, cómo ustedes quieran no. AB-TOU-YOUR. Lo digo para los que aprendieron inglés con From the Lost to the River. “Up to you”, es otra cosa.
Aquí la cosa está chunga. Mientras los honestos dirigentes de este país se pegan un banquete de tres pares de narices, o me imagino que lo harán, visitamos un par de aldeas
donde el banquete se lo dan los pájaros cuando aparecen en plena temporada de recolección y no dejan grano en su espiga. Eso cuando no aparecen unos cuantos millones de langostas –las de tierra saltarinas- y se lo papean todo, todo. Muray y Matar se llaman los pueblos donde a las mujeres se les deforman los dedos de excavar en los hormigueros, para robar el grano que se llevaron las susodichas. Como previsoras que son. Apenas unos granos robados en cada hormiguero, pero que multiplicados por días, por hormigueros y por sufrimiento, se acaban convirtiendo en un pequeño cuenco con el que alimentar una criatura, una vez. Se me caen al suelo cuando veo lo que veo: Robar la comida a las hormigas. Se yo de unos cuantos, y ustedes también, a los que habría que robarles hasta el hígado. Que al Jerez y cocinado por Aníbal Lecter, o como se llame el personaje, tiene muchos nutrientes y además estará rico y todo.
Aquí luchan los de Intermón Oxfam. Cada uno se busca un campo de batalla donde librar entuertos. Por eso los Land Cruiser de esta ONG son recibidos como caballeros de dorada armadura al llegar a estos pueblos olvidados por quién debería recordar. Recordar de donde viene y adonde va.
Olvidé decir que en venganza por los destrozos que ocasionan las plagas en las cosechas de aquellas pobres gentes, estas dan caza a todo tipo de bichos, los dejan secar, los machacan y hacen una estupenda salsa: le llaman kri-ket. Y es que aquí, en África, todo es naturaleza en estado puro y cruel. Aquí, donde las dan las toman.
Uf¡¡¡, duro, expresivo y realista. Cuantos mundos en uno y tan relativamente lejos.
ResponderEliminarExcelente post, Alfons.
ResponderEliminarLo del hígado al Jerez, muy bueno.
Que todo siga bien y que internet vaya funcionando.
Alfons qué magníficas crónicas nos estas ofreciendo. Gracias por llevarnos contigo,abrirnos los ojos a esa otra realidad y permitirnos sentir como lo vives, cambios de humor incluidos.
ResponderEliminarGracias a todos.
ResponderEliminarIntento mezclar la realidad con un poco de ironía y buen humor. Aqui en Africa las cosas funcionan así, sino sería el infierno. O ya lo es???
buena combinacion de ironia y cruda realidad. suerte!
ResponderEliminarAlfons,si no fuera porque el tema es morrocotudo, me atrevería a decir que esta entrada-crónica es un perfecto ejemplo de periodismo "gonzo" a lo Hunter S. Thompson, autor, entre otras gemas, de "Miedo y Asco en las Vegas". Directo a la tripa, hermano.
ResponderEliminarUn abrazo desde la ahíta Unión Europea..
Gracias Judith!
ResponderEliminarLa verdad que me transmitio una crudeza muy impactante el post, pensar que mientras estan asi algunos dictadores pasan a unos kilometros con sus camionetas Land Cruiser con total impunidad
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