w a l k o n e a r t h es el lugar donde desahogo mi conciencia y aplasto mis frustaciones. También lo hago en otros lugares, pero me pagan por ello...



viernes, 16 de marzo de 2012

CRÓNICAS FILIPINAS II: El libro de Roey.


© FOTO Alfons Rodríguez. El libro de Roey, así es como llamaría yo esta fotografía.

El tipo me grita de muy buen rollo -llamándome para que me acerque- diciendo que el café y el desayuno están listos. Lo hace desde debajo de un cobertizo junto a una casa en ruinas.
Yo asiento y le hago un gesto con la mano, como indicando que ya subo. En un momento. Dejo de filmar y me acerco hasta el nuevo hogar de Roey Siclot. Pero yo estas dos cosas  aún no las sé. Ni el nombre del paisano ni lo del nuevo hogar. Por llamarlo así, generosamente.
Lo primero que hace es estrecharme la mano y agradecer mi presencia con una cámara en medio de toda aquella mierda. Lo segundo es servirme un capuccino instantáneo que me sabe a gloria y a continuación me pide disculpas por tener cada plato, cada taza y cada cubierto de un color y un tamaño diferente.
Joey tiene 33 años, justo el tiempo que ha tardado en conseguir todo lo que tenía hasta hace unas semanas. Para que luego, en una noche, el agua se lo lleve todo. “Los platos de colores es por que me los han dado los vecinos o alguna oenegé que ha ayudado un poco”, me cuenta Roey.
La casa que el construyó codo a codo con su mujer ya no existe, de hecho se levantaba sobre la plataforma de hormigón agrietado desde donde yo estaba mirando la devastación circundante. El resto, paredes, techo y todo lo demás en el interior se ha pulverizado por el Sendong.
“Sobre las 21.30h tuvimos que abandonarlo todo, el agua ya nos llegaba por el pecho y no podíamos aguantar más su envite ”. Bebo un sorbo de capuccino y anoto. Bebe, él,  un poco del suyo y sigue narrando: “Tuvimos suerte, mi mujer y yo escapamos en la dirección correcta, los que lo hicieron hacia Iligan cayeron en un remolino mortal de agua, fango, arboles, rocas y escombros”. Ahí es cuando se atraganta un poco y su mirada delata una violenta angustia. “Vimos cuerpos flotando, sin piernas, sin brazos, sin cabeza… el gigantesco remolino era como una trituradora terrible.” Remuevo mi capuccino y me lo acabo de un trago, no puedo seguir bebiendo, pero tampoco me atrevo a dejarlo en la taza de colorines. Por respeto a alguien que da algo pero que no tiene nada.

Sigo el macabro paseo.
Veo unos dibujos en una tienda de ACH/UNICEF, en la que tratan el trauma de las madres afectadas por las inundaciones. En las hojas de papel se ven aguas turbulentas con gente subiéndose a los árboles y cuerpos flotando por todas partes. Se oyen los gritos en aquellos silenciosos dibujos.
Maldita sea mi estampa. Yo el 16 de diciembre estaba con las compras navideñas. Ellos viéndolas venir. No es que me sienta culpable. Es que me siento impotente.
¿Alguna vez le habéis mirado a  la cara a alguien que ha visto la muerte y el terror en sus narices, que lo ha perdido todo –TODO- en unos minutos y que imagina un futuro igual de negro que el presente?. Es jodido.

Huele mal en la bahía de Iligan. Me meto entre los escombros y alcanzo la playa. La arena está cubierta por enormes troncos y ramas de árboles llegados con la tromba de agua, desde las lejanas montañas. Fruto de mi torpeza me meto en un especie de arenas movedizas hasta las rodillas. Me cuesta salir. Cuando lo hago huelo a demonios. Aquello no era sólo agua y fango. Me cabreo, pero se me pasa al momento cuando veo un libro sobre un tronco. Las hojas pasan solas por efecto de la brisa. La escena es tan bucólica como dantesca pero el simbolismo me arranca una sonrisa. El viento ha hecho pasar página. Un nuevo capítulo. Como la vida que se abre camino sólo con el empuje del viento y la persistencia del ser humano de buena condición. Espero que Roey y su familia pronto pasen página, y que en los siguientes capítulos no haya tormentas ni aguas asesinas.
Ni gobernantes que miren a otro lado.

Nota: Por favor, no dudéis que el libro estaba allí, sobre el tronco. Como si fuera un milagro. Papel seco entre tanta agua. Yo no lo puse para la foto y al menos nadie lo hizo mientras yo estaba en la zona.
 

(C)DE LAS IMAGENES ALFONS RODRÍGUEZ/PROHIBIDO SU USO/DO NOT USE.

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