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Alouel, de 28 años desnudó su cuerpo para que yo hiciera esta fotografía. Gracias Alouel.
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La auxiliar de cabina del vuelo de UNHAS (United Nations Humanitarian Air Services) dice que está prohibido fotografiar desde el avión. Joder con las prohibiciones. Me relajo, pues, to be honest, tengo pasillo y como no fotografíe el letrerito de “fasten your seat bealt”, no se yo…
Wau. El norte y los Dinkas. Gogrial. El polvo y el ganado que son la esencia, el alma de este viejo y recién nacido país: Sudán del Sur.
Alouel tiene 28 años, pero parece que va a cumplir los 50, o más. Ella y sus cuatro hijos comen una vez al día, una fruta miserable, el tuk, que sus retoños más crecidos recolectan de entre la maleza. Ahora están en ello, por eso no les llego a conocer. La piel de Alouel es como la de un elefante. Hace un calor infernal.
Jervis tiene que mantener a 8 bocas. Pero no sabe como. Los vecinos les van echando algo al estómago. Cuando hay. Su mirada es de fracaso, de impotencia. La de sus hijos de confusión. De miedo tal vez.
Llego a una aldea y la gente sale corriendo. Me entero que corre el rumor, infundado claro, de que los del norte van a venir a inyectar veneno en las venas de los del sur. Más miedo. El jefe de Akach me recibe a la sombra de un mango con 50 hombres y mujeres de su aldea. Siempre vemos al hombre blanco, me dice, pasar muy rápido y muy alto, en el cielo. Hoy es un gran día, ya que uno de esos hombres blancos pisa la tierra que pisamos nosotros. Se ha preocupado por nuestro sufrimiento.
Me quedo de piedra. No sé si llorar o alucinar. Desesperanza y vergüenza. Orgullo.
Amadeo y unos cuantos miles más llevan meses viviendo de la estéril promesa del gobierno. Pero sin agua y sin comida. Sin escuela para sus hijos y sin asistencia sanitaria digna. Vinieron del norte para votar. Para crear un nuevo estado. Tal vez son sólo eso: votantes.
Ahora esperan en Wau. Comer es un lujo. Comer más de una vez al día es una utopía. Es lo que fue, no lo que es. Como el instituto alemán ocupado por el ejército durante la guerra que ahora los cobija. Los ecos de las aulas vacías se confunden con los de los vacíos estómagos.
Aquí los alimentos no caducan. Los atascos de tráfico no estresan. Si la peluquería no tiene hora libre, nadie maldice. No se estropea el aire acondicionado y no se cambia el colchón cada pocos años para cuidar la espalda. Por que no hay colchón. Ni aire acondicionado. El estrés viene con el hambre. Y cada uno se corta su pelo. O se rasca su barriga. Cada uno se lame su herida. Los alimentos no duran el tiempo suficiente para caducar y si ya están caducados cuando llegan, son como una delicatessen.
Los pastores trasladan sus vacas armados con kalashnikov, mirando siempre a los lados del camino. Entre pastores y guerreros. Siempre fue así. Pero las cabezas de ganado son la riqueza y el estatus social. No se deben comer, sino la única forma de conseguir otras cosas se disipa entre el polvo que levantan las reses en el camino. La naturaleza humana y joven me recibe. Tersa y amable, pero distante. Aquí no hay bellos y frescos pastos entre montañas surcadas por riachuelos de agua cristalina. Se bebe un agua sucia que no se diferencia casi en nada de la poca leche que dan las bestias. Agujeros de 15 metros. Que llegan a las entrañas de las corrientes subterráneas y efímeras. Aquí no se puede abrir un grifo y que salga agua potable. No se malgasta, el líquido, mientras se afeitan. O se toman baños de sales.
Cuando amanece, la gente no piensa. Actúa. No se puede pensar con el estómago vacío. Hay que salir a buscarse el pan. O las hojas secas de los árboles. O las raíces terrosas que hervir en agua sucia. Y claro, aquí la duda no está en escoger restaurante. Si no en saber si hoy será un gran día. Si sobrevivirán o no.
Mientras tecleo estas líneas, observo la botella de agua mineral helada que tengo al lado, sobre la mesa. Cuando se acabe iré al frigorífico y abriré otra. El fin de mi sed está a apenas cinco pasos, calculo. Sólo cinco pasos. Agua fría y saludable. Cristalina. Ya está, así de fácil.
Cuando se acaben las botellas ya compraré otras. En Dubek o en Abiyeitii, las cosas no son así. Allí el agua está lejos y la muerte cercana. No se pueden recorrer 10 kilómetros con el estómago vacío, amigos.
Compruebo que el agua de mi vaso se ha calentado con la elevada temperatura ambiente. Se que la voy a tirar y que lo llenaré con agua fresca. Beberé egoístamente. Con esa decisión se esfuman las esperanzas que quedaban. Así que no lo puedo evitar. Espero que me disculpen pero lo tengo que decir: maldita sea su estampa, si, la de ustedes. La de todos. Y en especial la mía. Esa la primera.
Ya les avisé en el título.
Sudán del Sur, Wau a 20 de marzo de 2011.
Maldita sea...
ResponderEliminarLa vida es injusta para muchos. En ocasiones los de a pie no podemos hacer mucho o casi nada. Pero tu estas haciendo ese casi muy grande.
ResponderEliminarPiensa que tienes que beber esa agua fría para seguir aportando tu granito.
Abrazos
joderrrr... Alfons. No sé a los demás pero a mi me cruje el alma después de leerte. Maldita la estampa de todos pero que pasen primero los que jamás piensan en el sufrimiento ajeno.
ResponderEliminargracias por tu extraordinario trabajo.
Javier,
ResponderEliminarEso digo yo. Este mundo nos da una de cal y otra de arena. El problema es que hay muchos a los que sólo les da de arena. Gracias por leerlo.
David, colega. Al final ya no sé que pensar. Es todo tan absurdo. Hay tantos frentes en los que luchar que no sabes por donde empezar.
ResponderEliminarUn abrazo y suerte con OBTURA.
Si Leo, esos están los primeros de la lista. Habría que pensar si importa el orden de esa lista. Un abrazo y gracias por leerlo y entenderlo.
ResponderEliminarBravo Tio!
ResponderEliminarAlfons, las gracias te las doy yo por poder leer tus entradas, por escribirlas, por ponerlas de relieve y por hacerlas reales, Si cada uno de nosotros tuvieran la obligación (sobre todos los que deciden), aunque sea una vez en la vida de "viajar al hambre" y verlo en primera persona, creo que la vida sería un poco menos injusta. Tu trabajo es muy importante, porque pocos se atreven a reconocer esa realidad y mucho menos a viajar a ella. Un abrazo
ResponderEliminarPor eso es que a veces nos tienen que pasar cosas desagradables en la vida para salir de las burbujas en que nos metemos y tener más empatía por las vivencias de los demás.
ResponderEliminarGracias por mostrarnos esta cruda realidad que nunca será igual que haberla pasado como tú y muchísimo menos estar en la carne de esas personas.
Miroslava
Alfons, com sempre un testimoni impressionant d' una realitat no tant llunyana.
ResponderEliminarGràcies.
No creo que importe el orden de la lista, al menos no para Aloué y sus hijos. Quizas si es cierto que el mundo tal y como lo conocemos se ha terminado. Quizas si todos somos capaces de renunciar a un poco de nuestro estado del bienestar, a retroceder, pongamos treinta años, a acabar con la obsolescencia programada y a tantos otros inventos irracionales que nos parecen normales a este lado del mundo... Quizas entonces sí que habrá que hacer una lista y ordenar.
ResponderEliminarGracias por tu inmenso trabajo Alfons. Un abrazo grande.
Te leo bebiendo té, pensando que, a pesar de la comida frugal -arroz, lentejas y fruta-, ya he ingerido en lo que va de día muchas más calorías que una familia numerosa del Sahel..Vaya,la infusión ahora me sabe algo amarga. ¿Por qué será?
ResponderEliminarGracias por seguir contando, compañero.
Gracias a todos por vuestra conciencia.
ResponderEliminarEs un primer paso.
Abrazos desde Sudan.
Com ja s'ha dit GRACIES a tu Alfons per mostrar una realitat que molts volen ignorar, potser es pensen que així les nostres conciències estan més tranquiles..
ResponderEliminarànims i segueix amb la gran feina que fas.
Salut.
Gracias Alfons. Con tu trabajo haces que el proceso de identificarse con el otro sea efectivo sin rodeos ni palabrería hueca de opinadores profesionales que no han pisado nunca otras realidades más que la suya propia -aunque haya viajado al quinto pino-, con sus problemas cotidianos, sus inquietudes diarias, sus quehaceres haciendo equlibrios constantes para llegar a un día nuevo pleno de más de lo mismo. O incluso peor todavía.
ResponderEliminarGracias por estar ahí, por acercarnos lo que otros obvian y ocultan, por darnos a conocer para intentar comprender y actuar, aunque sea en la medida de lo posible, para poder poco a poco ir cambiando ciertas cosas que nos denigran como especie animal e inteligente que se autootorga el calificativo de "superior".