Como Roma, Bergen está envuelta en siete colinas. Alturas suaves que te ayudan a contemplarla, que facilitan la belleza natural de su entorno y resaltan la propia de la ciudad. De allí, de su puerto, parte un buque cada día, navíos de la armadora Hurtigruten –un icono nacional noruego- que durante una semana te conducen por los rincones, luces y fríos más bellos de Europa.
(C)DE LAS IMAGENES ALFONS RODRÍGUEZ/PROHIBIDO SU USO/DO NOT USE.
Las calles de Bergen
Noruega es un país de bienestar, con una sociedad sujeta a los mismos delirios, grandezas y degeneraciones que el resto del globo. Aunque, ya se sabe, unos lo llevan mejor que otros. Cuando el mundo ya está arrasado por la crisis, azotado por el hambre y envuelto en la hoguera de las vanidades, Noruega sólo se empieza a resentir, como un ligero dolor, nada grave, de la fuerte migraña que golpea al resto. Su tasa de desempleo es del 3%, los salarios son los más altos del mundo y la renta per cápita, pueden ustedes imaginársela.
Bergen, con unos 1000 años de historia, es la segunda ciudad más grande del país, con algo más de 250.000 almas. Se dice que su aeropuerto es el de mayor tráfico aéreo del planeta hablando de helicópteros. Y es que es la cara forma en que se accede a las plataformas petrolíferas que enriquecen el país. Antes lo hizo el bacalao y el pescado seco, que sirvió para alimentar a una vieja y hambrienta Europa. Los grandes astilleros que rugían aquí hasta 1991 hoy ya dejaron de funcionar, pero sólo para dar paso a negocios más lucrativos, obviamente.
Las paredes de madera del muelle de Bryggen, despiden el olor de 9 siglos de marineros curtidos por el frío, hombres que convirtieron los extremos en su punto de equilibrio. Desde no muy lejos, parte el buque de carga y pasajeros Trollfjord, que atraca y suelta amarras unas 34 veces entre Bergen y Kirkenes. Uno de los viajes más bellos, por mar, del planeta.
vistas de la ciudad de Bergen.
Costa de Torvík.
La noche se abre, en otoño, cuando ya son más de las 8 de la mañana. Antes, en la madrugada, el Trollfjord se ha detenido en Floro y Maloy, pero la parada de Torvik, aunque breve, nos permite observar como es la vida en los pequeños pueblos que salpican esta sinuosa costa de 83.000 kilómetros, distancia debida a sus curvas, rincones, entrantes y salientes. A su infinito trazado occidental en el occidente escandinavo.
Llueve, como gran parte del tiempo aquí, pero eso no molesta. Al contrario, ayuda a crear esa cruda atmósfera exterior que hace más cálidos y acogedores los interiores. Fuera habitan los trolls, gnomos y elfos, dentro la humanidad noruega, seria y rigurosa, de carácter fuerte, marcada por el tesón, la disciplina y el rigor. Condiciones que acaban transformándose en calidez, alegría y amistad cuando llega el momento.
A escasa distancia se halla Alesund y en la noche parará también en Molde y en Kristiansud. Alesund tiene un encanto especial. Sus canales, sus veleros amarrados frente a las casas, su arquitectura modernista y su atmósfera de ciudad sabia merecen una visita antes de soltar amarras. Sus 40 mil habitantes han vivido casi todos de la pesca, históricamente hablando, y su importante acuario habla de cómo respetan y aman el mar en estas latitudes. Continua lloviendo cuando se hace la noche. Una lluvia suave y fría, casi nieve. En el horizonte se ven ya los picos nevados que anuncian un nuevo invierno. La sirena anuncia que el gélido viento volverá a barrer las cubiertas en unos minutos. Dos imágenes del Trollfjord de Hurtigruten
© de las Fotografías Alfons Rodríguez. Prohibida su reproducción.
Agradecimientos a Hurtigruten y a Blue Room.
Más Info en: www.hurtigrutenspain.com
Parece que la lista de ciudades con siete colinas se alarga: Lisboa también presume de ello.
ResponderEliminarBuenas fotos Alfons!