Las cajas con los negativos olvidados de Robert Capa, Gerda Taro y David Seymour (Chim) han llegado a Barcelona. 4.500 negativos de la Guerra Civil Española.
Probablemente, la exposición del MNAC levante controversia. Unos dirán que es fantástica, otros que regular y algunos dirán que es un desperdicio, mal montada y poco aprovechada. Algunos que es muy visual e intencionada, otros que no se ve bien por el tamaño de negativos y copias…en fin.
Con maleta o sin maleta, en caja o sin caja, mejor o peor exposición, es una oportunidad excelente que no se puede dejar de lado. Seas fotógrafo o no lo seas. (C)DE LAS IMAGENES ALFONS RODRÍGUEZ/PROHIBIDO SU USO/DO NOT USE.
Fotografías captadas con iPhone.
Les tecleo, sin ánimo de contrariar a nadie, unas cuantas apreciaciones u opiniones de aquí un servidor: fotógrafo, fotoperiodista y sobre todo persona que tuvo a sus abuelos en esa maldita guerra que sufrieron los españoles. Abuelos o soldados del bando que acabó perdiendo la contienda. Esa malnacida guerra que se muestra sin trampa ni cartón en las fotos de Capa, Taro y Chim. Un servidor que, humildemente, ha tenido delante muchas caras de seres humanos en guerra y que por eso les lanza una reflexión.
Comencemos.
El sistema que han escogido para mostrar la mayoría de imágenes, es decir hojas de contacto de los negativos originales, me parece que tiene un aspecto “negativo” (verbigracia) en su contra: cuestan de ver (sobre todo por la distancia a la que se encuentran y por las aglomeraciones de espectadores). ¿Tal vez sea un problema de presupuesto?.
Pero también tiene un aspecto positivo: Nos acercan al fotógrafo. Nos muestran sus fallos, sus aciertos, sus rectificaciones, sus dificultades técnicas por el estrés de la situación, contratiempos, etc. Dicho de otro modo, humanizan a tres grandes mitos que ya no existen. Y eso se agradece.
Algunas copias a mayor tamaño desahogan un poco la vista, aunque no todas están acertadas según mi criterio y opinión. Hay verdaderas joyas que se quedan semi-ocultas en los contactos.
Pero esto, en definitiva, mejor que cada uno lo valore y llegue a sus propias conclusiones.
A lo que vamos. Les dejo una reflexión y ya me contarán ustedes si acierto de alguna forma o si debería reorganizar mi enrevesado pensamiento y dejar de decir tantas tonterías.
El otro día en el MNAC vi algo magnífico, bello, esperanzador y sorprendente en las caras de muchas de las personas fotografiadas: soldados y civiles, mujeres y niños. Vi algo que, de tan bello y maravilloso, era espeluznante.
Eran rostros cansados y sucios pero sonrientes, orgullosos, satisfechos en ocasiones, incluso felices, parece. Y es que tal vez ese sea el otro rostro de la guerra. O al menos ese era el rostro de esta guerra en concreto, la Civil Española. Una especie de lucha convencida y por convencimiento. Cuyo devenir era una suerte de búsqueda de la felicidad, de meta, se me antoja pensar. Una sonrisa o un pitillo tras la desgracia era como ponerle al mal tiempo buena cara.
Por mi parte (y ni me vanaglorio ni me siento orgulloso), he visto refugiados a miles, he vivido bombardeos, he caminado por sórdidas trincheras. He sentido el dolor de las víctimas y la confusión en los verdugos a flor de piel... y no he sufrido ni la diezmillonésima parte que uno solo de ellos. Pero también he visto, por muy en evidencia que me ponga hoy y aquí, rostros sonreír, caras de buen rollito y niños dándole patadas a un balón haciendo la uve de victoria con los dedos de sus manos. He visto brindar y bromear. Besar y abrazar. Y, si, todo ello lo he descartado en mis fotografías editadas o seleccionadas. Qué algún colega me diga que no lo ha hecho jamás. Que se atreva.
¿Es que las imágenes deben mostrar sólo la cara dramática de una crisis o una guerra?. ¿No vende la otra realidad?.
Me pregunto, además: ¿era aquella una guerra legítima y convencida a diferencia de las de hoy?, ¿eran aquellos fotoperiodistas y aquel público más ingenuos o más realistas que nosotros?, ¿eran, entonces, ilusos los que luchaban y morían?, ¿somos hoy más morbosos o es que hemos dado con la clave para llegar a las conciencias?, ¿hemos puesto el dedo en la llaga y evitamos la impunidad de los culpables?, ¿conseguimos más hoy que en aquel entonces con nuestra subjetividad?, ¿hoy contamos la única verdad de guerras duras, crueles y auténticas y las de ayer eran guerras de pantomima? ¿eran, aquellos colegas de antaño, fotoperiodistas del tres al cuarto?.
Pues claro que no. Joder. Ni pensarlo.
Me gusta tu post y tus conclusiones. Sin querer pecar de inocente o atrevido es algo que da que pensar. Estaria bien mostrar que hay otras realidades en todo incluso en los conflictos armados.
ResponderEliminarSi, eso es lo que provocó en mi la expo. Me dió que pensar...que no es poco.
ResponderEliminarMuy interesante post, aunque no lo comparto del todo. Dices que fue "una especie de lucha convencida y por convencimiento", yo puedo hablar por la experiencia de uno de mis abuelos (con el otro nunca tuve la oportunidad de hablarlo, murió cuando yo era muy niño). Mi familia es de Batea (Terra Alta, donde se libró una parte muy importante de la Batalla del Ebro). Mi abuelo (Pasqual se llamaba) luchó en el bando nacional (para mi fascista) y nunca lo hizo convencido o por convencimiento alguno, sino por una especie de ignorancia juvenil (tenía 16 años... después de la guerra le toco hacer la mili en Galicia) y porque en aquella zona los años de la república fueron muy duros (por ejemplo los asesinatos conocidos como "els fets de la Fatarella"). Cuando terminó la guerra a mi abuelo le pusieron el apodo de "el rojo", porqué no fue lo suficientemente fascista como gran parte de los combatientes del bando franquista del pueblo (le obligaron hasta a ir a pedir perdón al ayuntamiento y a las autoridades... cosa que nunca hizo!)
ResponderEliminarMi reflexión es desde el punto de vista de los pueblos... En las zonas rurales no siempre se defienden ideales, sino que a veces lo único importante que defender es la tierra y la familia, y eso no siempre entiende de ideas...
Me encanta tu blog y los trabajos fotográficos que haces!
Carles Llop Vallespi
labolainfinita.blogspot.com
Sin duda tienes razón. Nunca todo es negro o blanco del todo. Seguramente fue una lucha convencida, sobretodo en el bando"rojo", el otro debió estar sujeto a muchos matices.
ResponderEliminarGracias por tu interés...
Alfons, gracias por tu reflexión, la cual comparto totalmente.
ResponderEliminarDebo reconocer que salí un poco decepcionada de la exposición: me costó mucho llegar a ver bien todo su contenido... de hecho, renuncié muy pronto a luchar por un lugar ante las fotos.
A pesar de ello, impactada y contenta por la proximidad que pude sentir con Capa, Taro y Chim y las distintas caras de la tragedia que tan bien relejaron. También por la forma en que murió Taro, imagino que buscando captar el momento con su cámara y ese fuera, posiblemente, el último.
Un abrazo y felicidades por tu trabajo. Me encanta!
Muy buena reflexión, Alfons, no sólo sobre la expo, sino, sobre todo, sobre la profesión del fotógrafo que cubre conflictos o desastres humanitarios. Si, es cierto que la gente sonríe, ama y da lo mejor de sí en los momentos más duros..La pregunta será si se los fotógrafos que toman estas imágenes no se autocensuran, sabedores que los medios de comunicación no pulblicarán esas fotos, que se "salen del guión".
ResponderEliminarPero el tiempo pone las cosas en su sitio: en el archivo de mi memoria, una de las fotos que mayor persistencia tienen es aquella de Capa (él -André- o ella -Gerda-?, no lo tengo claro)que muestra a una pareja de milicianos republicanos descansan y sonríen en, probablemente, La Rambla de Barcelona..
Un abrazo!
GRacias Mònica.
ResponderEliminarSi, es curioso, todos salimos un poco decepcionados de la exposición, pero por otro lado nos ha removido algo y eso dificilmente ocurre hoy día.
abrazos.
Rafa, recuerdo esa foto y a eso es exactamente a lo que me refiero: Autocensura y/o prostitución de nuestra ética.
ResponderEliminarYo también había depositado muchas expectativas en la exposición y al final salí con mal sabor de boca. Me hubiera faltado una 2ª visita para repasar algunos detalles.
ResponderEliminarPersonalmente, me fascina la historia entre Capa y Taro, por lo que me quedo con los retratos de ella de Stein y la instantánea en la que aparece durmiendo. El tener delante también las cajas con los negativos o los telegramas y acreditaciones de los tres fue algo emotivo.
¡Gran post!
Gemma
www.e-communica.info
Si, Gemma, son dos fotos fantásticas y poco valoradas, a mi parecer.
ResponderEliminarGracias por tus comentarios...