w a l k o n e a r t h es el lugar donde desahogo mi conciencia y aplasto mis frustaciones. También lo hago en otros lugares, pero me pagan por ello...



lunes, 31 de octubre de 2011

CRÓNICAS NORUEGAS | 3ª PARTE (y última).

 
Cruzar el Círculo Polar Ártico no supone ninguna sensación física, extrasensorial o espiritual, que no puedas sentir si te quedas en sus límites inferiores o australes. Lo que yo les diga, oigan.
Pero aquellos a los que nos gusta viajar, sentirnos en otros lugares, movernos, aquellos a los que de pequeños ya soñábamos con un mapa en las manos y leíamos las aventuras del Capitán Hatteras y su navío, el Avante, en busca del remoto y peligroso Polo Norte. Aquellos a los que Verne nos inyectó el virus del trotamundos… que quieren que les diga: alucinamos con estas cosas. Cosas de crio, que es lo que espero ser siempre.
 


(C)DE LAS IMAGENES ALFONS RODRÍGUEZ/PROHIBIDO SU USO/DO NOT USE.



Cielos sin auroras y los astilleros de Tromso.

Atravesar el Círculo Polar, navegando con viento de cola y un cielo que parece se va a derrumbar de oscuro y pesado. Horizontes nevados y un agua gris y fría. Tierras de las que partieron hombres que no miraban atrás. Nunca.  Pues tiene su qué.
Algo que no puedo explicar del todo pero que muchos ya sabrán a lo que me refiero. Aunque hoy viajemos de forma confortable, con un iPhone en una mano y un cálido camarote en la reserva, hay cosas que no cambiaran: Soñar. Que no todo es vivir la realidad. De hecho, soñar es tan real como que yo les estoy ahora tecleando estás fantasiosas líneas en mi ordenador.

Son las 7.47 a.m. del Domingo 23 de Octubre cuando el Trollfjord cruza esa imaginaria y fría línea que les comentaba. Más allá los puertos de Ørnes y BodØ. En este último lugar, a apenas un par de horas de mar, se hallan las corrientes marinas más fuertes del mundo: Saltstraumen. En las orillas, los pescadores aprovechan el momento en que los peces son expulsados hacia la superficie, por el  empuje del agua que arrastran las mareas. Dos veces al día, 400 millones de metros cúbicos de agua pasan por un estrecho de apenas 150 metros de ancho.
El rumbo gira ahora hacia el  Oeste. Hacia las islas Lofoten. No vi allí ni a Odín ni a Thor, pero sí unos camareros con pretensiones de actor y sangre vikinga que a base de hidromiel me hicieron recuperar la temperatura del cuerpo. La noche era fría.
A estas alturas y la Aurora sigue sin manifestarse. Son luces del norte, caprichosas y anheladas, que acaban por olvidarse ante las maravillas del paisaje por el que navega el Trollfjord. Alcanzamos TromsØ y el nombre que te vienen al momento a la cabeza es el de Amundsen o para ser más precisos:  Roald Engelbregt Gravning Amundsen. Sus padres se quedaron descansando, por cierto.
Él, alcanzó primero el Polo Sur, él, sobrevoló primero el Polo Norte y él, murió, desapareció cuando su avioneta despegó de TromsØ y colorín colorado aquel cuento se había acabado.
El navío, antiguo y moderno correo del norte, continúa su ruta, al margen del frío y del tiempo. Las luces del norte serán para la próxima vez, igual que tampoco se abrieron las puertas del Valhalla. No  sé si eso es bueno o es malo, pero no se abrieron. ¿Alguien sabe que hay allí?, me refiero si estuvo y ha regresado. No creo demasiado en la mitología.


 Las corrientes marinas más fuertes del planeta y las puertas más cerradas del paraíso.
© alfons rodríguez.

Más información en www.hurtigrutenspain.com

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