A estas alturas de la entrada ya habrán deducido ustedes que esto no es África.
Ya se lo digo yo, no fuera que no hayan leído el título. No es África pero, ojito, en todas partes cuecen habas. O no.
Aquí, de hecho, no las cuecen. Por que no las hay. Ni habas ni otra cosa que hacer pasar por el gaznate.
Les voy a escribir algo sobre Guatemala, que es donde estoy. Ese lindo país, alma de la Tierra, corazón del imperio maya. Con sus “tikales”, sus “antiguas”, sus “panajacheles” y sus “lagos Atitlanes”, que muchos de ustedes habrán visitado y habrán disfrutado. Yo lo hice, algunos años ha.
Ese bello país, el más rico de los más pobres. El más pobre de entre los ricos.
Dice un letrero de campaña electoral, en una curva, que los políticos son todos una mierda. Como lo leen, con todas las letras. Que el pueblo está harto. Dos curvas más allá, otro letrero muestra a un pavo y a una pava, que resulta que son el nuevo presidente y la “vice”. Tanto ella como él, Otto Pérez, salen la mar de guapos en la foto. Seguro que algún obrero del Photoshop les ha quitado algunas arrugas y unos cuantos kilitos. Que en la foto hay que dar la talla. Para eso su eslogan sentencia: Mano dura!. Aunque no dice con quién.
Algunos kilitos les añadía yo con Photoshop a unos cuantos que he visto estos días. Por ejemplo a Elmer y a su hermano Emilio, de la etnia maya chor´ti, en la remota comunidad de Lajas. Se te saltan las lágrimas cuando les miras a los ojos. Puro pellejo. Todo huesos. Nada de futuro.
Un montón de hijos de su madre, forrados hasta los dientes, que miran desde lo alto de la Pirámide del Jaguar como los miserables indígenas se mueren de hambre. Porque aquí ese es el problema. Que no se papea porque se discrimina. El hambre estacional en el Corredor Seco, el hambre verde que se oculta en un paisaje de belleza sublime, salpicado de aldeas idílicas colgadas de las montañas, entre bosques, junto a cascadas y ríos que en época de lluvias no dejan una puta cosecha en condiciones. Cuando llega la estación seca no hay agua con la que regar nuevos cultivos ni cosechas que recolectar. Si recuerdan se las llevó el agua.
Pero para que van a hacer nada los que contemplan desde arriba. Si en la foto ya han quedado de rechupete. Bah…
Me gustaría que miraran a los ojos de Elmer y de Emilio. Su madre está fuera de encuadre, pero les informo de que tiene 3 hijos más y la edad de una inteligente estudiante europea, de las que entre semana se forja como directiva del futuro y los fines de semana fuma petas y practica el lenguing con el maromo. Como tiene que ser.
La que no es como tiene que ser es esa madre, Concepción Méndez se llama. Que al principio no quería que fotografiara a sus hijitos, Elmer y Emilio, por dignidad y después por dignidad dejó que lo hiciera. A ella le deben esta foto. Y la sacudida de conciencias. Yo sólo pasaba por allí.
Pues eso, a ver si Otto Pérez y su cuadrillas se arremangan y hacen algo por sus conciudadanos de bien. Si nadie les ha explicado, ya se lo explico yo: Señor Otto, que se le mueren a usted de hambre, a montones. Delante de sus narices y lo sabe. Que no pasa nada porque sean indígenas. Que en una foto retocada por ordenador saldrían igual de guapos que usted.
Elmer a la izquierda con 1,5 años y Emilio a la derecha con 3,5 años.
Por cierto, el 11 del 11 del 2011 a las 11.11 horas de la mañana, me encontraba con un sacerdote maya que me explicaba como nos castiga la Madre Tierra por lo mal que nos portamos. Y tiene razón el hombre. Más leña nos tenía que dar.
Hasta la próxima.
(C)DE LAS IMAGENES ALFONS RODRÍGUEZ/PROHIBIDO SU USO/DO NOT USE.
Aparte de que la imágen habla por si sola, lo que cuentas realmente llega, cumple su cometido y tiene un estilo acojonante. Me ha gustado leerlo. Sí, miseria y compañía. Gobiernos corruptos. Repúblicas bananeras. La historia de América Latina. Ya sabemos quién es el culpable.
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