
No hay luz al final del túnel
Seguro que lo a continuación expuesto, todos o casi todos los profesionales independientes del fotoperiodismo os lo habéis planteado ya.
¿Qué está pasando con la reducción de tarifas impuesta por los medios de prensa gráfica?, ¿es a causa de la crisis omnipresente? , ¿tal vez un aprovechamiento de la coyuntura poco o nada justificado?. Supongo que habrá de todo en el corral.
El hecho es que los que tan apasionada y espiritualmente nos dedicamos a esto, y no descubro nada, “pringamos” por todas partes: menos dinero, más trabajo y, si cabe, menos reconocimiento. Voy a intentar dar mi opinión y explicar esas tres apreciaciones.
MENOS DINERO. Claro, como no hay publicidad, se venden menos ejemplares y los costes de producción son los mismos mejor pagarle menos al colaborador y así compensamos pérdidas. El colaborador es un extraño ser que logra subsistir sin hipoteca, sin alimentarse y sus hijos nacen enseñados, no requieren asistir al colegio bajo ningún concepto. ¿Para qué quiere el dinero el reportero independiente? Si trabaja de esto es por qué le gusta, él lo ha escogido. Encima se pega unos viajes enriquecedores de padre y señor mío, que muchos quisieran…!, vive unas experiencias alucinantes de las que alimentar a su familia y a sí mismo. Que no se queje. Eso sí sus fotos y textos deben llenar las páginas de las revistas y los diarios, para que los medios puedan ofrecer algo al lector. Ofrecerle algo y que page por ello, lo mismo o más que antes. A la vez ofrecerle un espacio al anunciante (a precios desorbitados) para que le venda cosas al lector (a veces ese lector, paradójicamente, es colaborador de esa revista o diario). Qué lío.
Y el freelance, campechano y simpático, acepta sin rechistar. Si no le compran el reportaje a otro: una presa más fácil, con más gastos fijos, más atado de pies y manos a la puerta del banco. Además, los integrantes de cualquier redacción son gente sana que entienden nuestros problemas, que los comparten, que no quisieran que fuera de este modo. Ellos sólo hacen de mensajeros y con ellos no vamos a luchar, ellos no deciden. Y esto lo saben los que deciden y lo utilizan.
Los que deciden y actúan son los del piso de arriba, los que piensan en números y no en letras o imágenes. Los que no dan la cara. Hay que vender y no importa que se le da al lector y menos aún que se le da al autor.
MÁS TRABAJO. Estoy empezando a tener cara de TIFF y mis células se están transformando en pixeles. Mi dedo índice derecho “clica” sobre todo lo que toca y mi familia está empezando a conocerme por el tipo ese que siempre está en el estudio, delante del ordenador y mirando fotos compulsivamente (no es verdad, he sacado tiempo para quejarme en este blog). Tengo que trabajar más ya que por el mismo trabajo me pagan menos y he de compensar, y encima todo lo que necesitamos para vivir es más caro cada día que pasa, digo yo. En ocasiones me sorprendo angustiado y decido trabajar mejor aunque sea por menos dinero, es la forma de escapar hacia adelante y que no se olviden de ti en las redacciones. Hay una legión de nuevos llegados, algunos buenos y otros unos chapuzas, que regalan su trabajo y su futuro y eso es un bombón para los del piso de arriba, ¿se acuerdan de ellos?. Además la era digital ha traído cosas buenas pero también malas, como por ejemplo la dedicación infinita a la fase de postproducción de la imagen, la que viene después de apretar el botón del obturador. Y eso no se cobra, amigos.
MENOS RECONOCIMIENTO. Como cobramos menos es que seremos menos buenos. Claro, no nos valoramos y con razón. Además aquel que ahora empieza cobra mucho menos, ¿por qué el que lleva veinte años ha de cobrar más?. No está justificado. Ja.
Tan solo somos reporteros independientes, no somos mediáticos ni aunque nos revienten un pie en Afganistán o nos secuestren en el Kurdistán. Que un reportaje tuyo lo contemplen 100.000 personas o diez veces más no cuenta. Que las páginas que abarca tú reportaje estén valoradas en publicidad en un montón de miles de euros no cuenta, que te hayas jugado el físico o que hayas estado tres semanas sin ver a tus hijos no cuenta. Cómo lo has escogido tú…
Porque claro, el director financiero de un diario, o el director de marqueting de una revista, o el piloto aéreo o el jugador de fútbol profesional o el escritor de best sellers (con todo el respeto y reconocimiento) no han escogido como quieren ganarse la vida, se lo han impuesto y por eso es normal que se levanten esa pasta y que se les reconozca tan efusivamente.
Yo, amigos míos, no pido reconocimiento social ni ruedas de prensa si no hacen falta, sólo que nuestro trabajo sea considerado como debe. Que se valore más, no mucho más. Que se cobre de forma puntual, que al que hace las cosas bien se le tenga en cuenta. Que el que sea parte de la solución pase por delante del que forme parte del problema. Que lo hemos escogido nosotros es una evidencia, como todas las demás profesiones en cierta medida, pero que eso no quite valor a nuestra labor. Que para eso se llenan las revistas e Internet de fotos y artículos, para eso se venden, para eso hacemos soñar en destinos remotos, en paraísos. Para eso informamos y denunciamos las vulneraciones de los derechos de los débiles y sobre todo y humildemente nos erigimos en altavoces de los que no tienen fuerza ni para gritar. Para eso intentamos que los culpables no resulten impunes. Para eso somos un servicio más.
No parece que haya luz al final del túnel, pero eso no significa que tengamos que abandonar, sólo que hemos de avanzar en la penumbra y acostumbrarnos a ella. El poder de la imagen sigue siendo muy fuerte y nuestro momento volverá. Es cuestión de resistencia, esto, queridos amigos, lleva a la victoria. Haced las cosas bien, mejor que nunca y defended lo que hacéis. Combatid para que os valoren como os merecéis.